Muchos sueños para doce meses!

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Con las Alas Abiertas

 

 

Un nuevo año es un nuevo chance, una nueva oportunidad, un nuevo espacio.  Caben todos los sueños, todos los proyectos y todas las realizaciones. 

Pero el año que se deja está lleno de experiencias, lleno de lágrimas y lleno de lecciones.  Cuando se acaba y miramos hacia atrás, es cuando nos damos cuenta de sus deficiencias, de que nuestro tallado necesitaba más profundidad, nuestro pulimento requería otra mano y nuestras aristas se quedaron con puntas sin limar para poderse adaptar plenamente a la voluntad de Dios.  Nos damos cuenta de que se perdieron muchos intentos, muchas batallas y muchos sueños… 

¡Abre tu corazón, Dios mío, para que puedas escucharme! 

Te pido por mis hijos… 

No quiero que la vida les pase por encima, sino que la lleven a su mundo personal y hagan una creación con ella. 

Que no vivan de costumbre, de hábito, de monotonía, sino de pasión, de incentivos y de metas. 

Que sean prácticos y espirituales, bohemios y realistas, acertados y soñadores.  Los pies con paso seguro, las alas con vuelos altos ¡y el amor con entrega incondicional! 

Que sean seres ajustados, con armonía entre el pensamiento y la acción, entre lo que digan y lo que hagan, sin confusiones que perturben ni actitudes que se contradigan. 

Que sepan de los desastres del mundo, sin encontrar este mundo “desastroso”. 

Que sepan reconocer la felicidad que tienen al alcance de su mano y cifren su dicha en los detalles de todos los días y en la siembra de pequeñas felicidades que existen a nuestro alrededor. 

Que aprendan a ver.  Hay quien cree ver porque tiene los ojos abiertos, pero sólo se les graba la imagen, sin “mirarla”. 

Que no pongan el alma en el dinero, ni quieran tapar con dinero los vacíos del alma. 

Que usen sus bienes como encargos de Dios, no como satisfacción personal, y sus dones como un regalo y una responsabilidad, no como merecimiento. 

Que conversen a gusto.  Que rían con alegría, decidan con acierto, piensen con lógica, obren con cordura y usen sus facultades como medio, no como fin de vida. 

Que no se contagien con esa corriente tan avanzada que todo lo acepta. 

Que dominen la ciencia de saberse medir, el arte de saberse dominar y la fuerza de saberse sostener. 

Que aprendan que la vida no se vive muriendo, sino levantándose, construyendo ¡y recomenzando a vivir! 

Te pido por mis nietos… 

Están en esa etapa en que se decide la vida sin haberla vivido, se corre tras la ambición sin conocer sus peligros, y tras el amor sin medirle sus consecuencias.  Esa etapa en que la vide seduce, el amor quema y la ambición aguijonea. 

Todavía están en la proa del barco, creyéndose invencibles.  No han visto crecer el mar, encresparse las olas y silbar el viento.  Les faltan muchos fríos, muchos miedos y muchas claudicaciones.

Que sepan sufrir haciendo del dolor una lección de vida.

Que los obstáculos sean tabiques, no murallas.  Que los miedos sean precaución, no rendición.  Y que la fe sea vivencia, no ciencia ni conocimiento. 

Que sean templados de mente, seguros de voluntad y sensibles de corazón. 

Que no sean masa colectiva, ni oveja de rebaño.  Que sepan sobresalir, imponerse y realizar. 

Enséñales, Señor, a dar lo que puedan de lo que tengan y a dar todo lo que son. 

Enséñales que la vida se va armando en el camino.  Que sólo el cometido y el esfuerzo son la recompensa y sólo cuando el corazón y el alma están llenos podemos decir: ¡hemos triunfado! 

Recuérdales también, Señor, que para casarse escojan la mujer  “más mujer” que puedan encontrar.  Que el amor de vista, que los trastorna, hay que incubarlo un tiempo para darle solidez.  Que los besos son como las gotas de rocío que todos los días absorbe el amor para poder vivir.  Pues no hay amor destinado a morir, sino amor que se nos muere. 

El amor es como la ley de una vida profunda y el mandato de un Dios muy alto.  Hay que vivirlo dándole categoría, sembrándole rosas y creyendo en él. 

Te pido, Señor, por mis bisnietos…

Que vivan la libertad dentro de los caminos de la fe. 

Que crezcan con el amor como el punto más importante de sus vidas. 

Que conozcan la amistad. 

Que aprendan por dentro. 

Que trabajen para su siglo, que hagan historia, mejoren su tiempo y se sitúen en el mundo no con atajos de hombre, sino con fundamento de Dios. 

Que se desarrollen sabiendo lo que es secar lágrimas, extender la mano, calentar el nido y defender una verdad. 

Quiero pedirte para ellos un mundo más limpio, más propicio al amor, más respetuoso de la moral.  Un mundo donde puedan amar a los demás, cantar con la vida y caminar con la gente.  Y si pudieran, que algo de esta maravillosa niñez que hoy nos alegra la vida y algo de lo que hemos podido sembrar, ¡ellos lo conserven! 

Señor, te pido por Cuba…

Por ser la patria parte de mí misma, la siento.  Por verla lejos, la sufro.  Por saberla triste, la lloro.  Por haberme dado tanto, la amo. Por ser mi tierra y mi mar, es mi alma. 

Cuando pienso en Cuba se me mezclan la soledad con la ternura, los sueños con el mar y los pensamientos con las lágrimas.  Algo me atormenta y me enternece, me endulza y a la vez me amarga los sueños. 

Cuando pienso en libertad, veo una sombra oscura, y sigo como siempre esperando inquieta que algún día se desvanezca.  Porque vivir sin libertad es estar fuera de la luz.  Vivir sin justicia es estar fuera del amor.  Y vivir sin fe es estar fuera de Dios. 

Señor, tú que eres la dimensión de todas las cosas y manejas los increíbles hilos del destino, ríndete a este largo peregrinaje ¡y devuélvenos a Cuba! 

Señor, te pido por mis amigas…

Hay muchas en el umbral de la vejez, esa etapa tan dura de vivirse, tan llena de limitaciones, de soledades, de abandonos, de tristezas y de fríos. 

Enséñanos que la vida es valiosa a cualquier edad, que el tesoro para vivirla es lo que llevamos dentro.  Que esa nueva adaptación y ese nuevo ajuste son nuevos pedidos de Dios.  ¡Y esas nevadas las usemos para volver a retoñar! 

Enséñanos que la vejez no es paralizarse detrás de los impedimentos, encogerse detrás de los miedos, apagarse detrás de los semejantes y soñar sólo con ese final incierto, que casi nunca es como lo suponemos. 

Que la vida sea un recuerdo, en la memoria; un amor vivido, en el corazón; un consejo sabio para el que se confunde; un ejemplo para el que sufre, y un consuelo para el que lo necesite. 

Que se nos aligere la mente de tanta negrura, porque el pensamiento es la mente y la mente es la vida. 

Cuídanos a todas, Señor, porque cada corazón tiene su herida, cada sueño su contrapeso y cada ilusión su atardecer.  ¡Cuídanos a todas, para no morir de frío, para no vivir indiferentes y para saber rendir hasta el final! 

Detrás de la nube más negra, saca un arco iris.  Tú que eres el dueño de todos los pinceles. 

Detrás de la sequía, aparécete con una rosa, Señor, Tú que eres el jardinero de todos los prodigios. 

Detrás de las nevadas, retóñanos el sol.  Tú que eres el Señor de todas las luces. 

Detrás de las alas, levántanos los sueños.  Tú que tienes la ciencia de podarnos las raíces y subirnos las ramas. 

Y que cuando llegues, no tengas que avisarnos, ¡porque ya estarás metido en nuestro corazón! 

Y para mi, Señor, que ya estoy ordenando, concluyendo y retocando…

Dame inteligencia clara, como con destellos de sabiduría. 

Dame juicio seguro, como de apóstol que te sigue los pasos, y amor abundante como copa que rebose para todo el que la necesite. 

Déjame escribir hasta que quieras, y gracias por este oficio que es un deber, pero un deber dulce; es un surtidor, pero un surtidor que se desborda; es un don, pero un don que se puede repartir. 

No es oficio de jaula, sino de libertad.  No es oficio de fantasía, sino de vivencia.  No es oficio de vuelo, sino de mensaje. 

No ata:  desata.  No ciega: dejar ver.  No se derrocha: se siembra.  No pide: regala. 

Y no es sólo palabra:  se hace alma, se hace vida ¡y se hace fe! 

Te pido, Señor…

Concordia humana para el mundo.  Visión y temple para mis hijos.  Futuro realizable para mis nietos.  Mundo más justo para mis bisnietos.  Moral más alta para la juventud.  Cielo más despejado para Cuba.  Refugio más tibio para la vejez.  ¡Y fe menos amenazada para los que siguen a Cristo! 

En fin, Señor, muchos sueños para doce meses… 

¡Y doce meses para Ti!