La mirada de mi Padre

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Con las Alas Abiertas

 

   

Papá:


Yo sé que estarás pensando que soy un mal hijo
y quizás tengas razón, ¡pero me has grabado tu mirada!

 

Aparece en mi vida cada vez que hago una fechoría y me persigue repitiendo: "Vas por mal camino". Aparece cada vez que me deslizo en el pecado y me dices: "Te estás manchando el alma". Aparece cada vez que me hace temblar una tentación y me repite:"Por ahí vas a caer muy bajo, te vas a esclavizar a un vicio y vas a perder tu propia estimación".

 

Muchas veces pareces una sombra persiguiendo mis pasos, una mano parando mi carrera, una luz queriendo ablandar mi corazón.

 

Tu mirada me recuerda esos sermones de la casa que me tenían tan hastiado, esos conceptos de rectitud que me parecían tan antiguos y esas normas de vida que yo siempre rechazaba.

 

Pero tu mirada estaba ahí, censurando o aprobando, traspasando amor o cerrando los párpados, viendo lejos o viendo cerca, metiéndote en el fondo o sacando la cabeza para salvarme del naufragio.

 

La primera vez que probé una droga, te vi en mi delirio. La primera vez que choqué un auto, te divisé en mi desesperación. La primera vez que quise probar el amor, no pude desprenderme de esa mirada que se me clavaba en el alma. La primera vez que me integré al grupo, hubiera deseado desaparecerte.

 

Y sin embargo, me aterra que se borren tus ojos y se pierda mi memoria, y te alejes de mi lado.

 

Con tu mirada por detrás me he sentido protegido, A través de tus ojos, he visto traslucir tu tristeza y me han entrado ganas de llorar. He acabado por envidiar una mirada tan limpia. Me enfurece que lleves la frente tan alta y el proceder tan recto y el orgullo tan merecido. Me molesta ver en ti lo que yo nunca podré tener.

 

Eres la estampa de un ideal que se me fue, sin valorar lo que perdía.

 

Me molesta tu mirada... y a la vez la necesito.

 

Es una mirada que siempre va  al grano, una mirada directa y escrutadora, exigente y comprensiva, amorosa y llena de perdón, pero viven del presente y se enfocan hacia el porvenir.

 

Una mirada "imán", que me deja sin fuerza para defenderme y que a veces no puedo resistir. ¡Un peso demasiado grande para mí!

 

A veces creo que la mitad de mí mismo está en guerra con la otra mitad ¡y que nunca voy a poder terminar la batalla!.

 

Si yo pudiera poner estrellas en tu mirada, sería el ser más feliz del mundo. Pero soy débil, papá. Impotente. Me da miedo "no poder" y que esto fuera uno más de mis atormentados y locos sueños.

 

A veces he querido protestarle a Dios y desafiarte a ti, y he tropezado con dos imposibles que acaban por rendirme.

 

Déjame siempre tu mirada. Es la única que rompe todos mis tabiques y me trae un rayito de sol. Es lo único a que me aferro en este túnel sin salida.

 

¡No me la quites Papá! Pues tu mirada, en vez de separarme, me aprieta más a ti. Y mientras más me hundo, más siento que lo único claro son tus ojos y lo único caliente de mi vida está en tu corazón.

 

Tu mirada me está resultando tan clara, que la leo; tan familiar, que la conozco; tan transparente, que me enfrenta conmigo mismo, y tan dulce que me conmueve.

 

Pero si de algo puede servirte, te diré que tu mirada está rescatando lo poco bueno que hay en mí, que ya no la rechazo, sino me abrazo a ella; que ya sin palabras la entiendo mejor, ¡Y que frente a tus ojos he deseado muchas veces regenerarme!

 

No tengo más que una promesa para regalarte hoy, que es tu día. Pero me dice que, cuando se tiene un padre así, con esa mirada, ¡se hacen milagros!.