Es un don

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Con las Alas Abiertas

 

 

 

   Muchas almas se me acercan para preguntar-

me: ¿Qué estudio para escribir así? ¿Cómo se pre-

paro? ¿De qué está hecha su inspiración?

   No sé...

   Mi cultura es vital, no de libros. Mi ciencia es hu-

mana, no de estudio. Me salió al paso, sin irla a

buscar en las aulas ni en las bibliotecas.

   Estaba en el camino, y no tuve que emplear di-

nero para obtenerla.

   Mi cultura es de hombres, no de teorías y rarezas.

   Mi cultura es de corazón adentro, sangre de ve-

nas y arterias, perfil de Dios ¡y luz de sentimiento!

   Por eso los artículos no son estáticos, sino vivos,

¡y andan corriendo por todas partes! No son triunfos

con medallas, honores y diplomas, ¡sino alma estru-

jada dentro!

   Doy brochazos y uso pinceles largos, para tocar

el dolor del hombre, los problemas de la familia, la

falta de valores y los peligros de la juventud.

   Son escritos para entroncar con la ternura, subir

con el mensaje, envolver con la inspiración y mos-

trar, a mi manera, el arte de vivir y la magia de em-

bellecer.

   Mi cultura está en la formación del hombre, en la

condición del espíritu ¡y en el soplo divino que "crea

la inspiración"!

   Mi cultura es de esas raíces que crecen en todas

partes, ese aire que respira todo el mundo, esos

resortes que mueven todos los actos y ese aire fres-

co que remonta todos los sueños.

   Son rosas de sol para todo el que pase. Vasija de

barro para absorber todas las hendiduras que ha-

cen llorar. Pulpa de amor para nutrir a los débiles,

impulsar a los fuertes y sazonar toda la vida.

   Es libar de mariposas, pájaro al aire, paloma en

su alero ¡y rostro de Dios!

   Mi cultura es un mar ancho, donde yo quisiera

contrarrestar todas las olas. Es un espacio inmenso,

donde quisiera colocar todos los sueños. Es como una

nuez pequeñita, donde yo quisiera meter algo de la

inmensidad de Dios.

   Mi cultura es un regalo: no la he ganado.

   Es una estrella: nació encendida.

   Es un don: ¡no la merezco!