Configúrate mejor

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Con las Alas Abiertas

 

 

En este nuevo año, configúrate mejor. 

Dale nuevos horizontes a la vida, crece por dentro.   Pon el medidor en las pequeñeces diarias.  Mira más de cerca la cruz de los demás.  Acumula sabiduría y adquiere experiencia.  Sé un buen instrumento, una buena columna y un buen soporte.  ¡Acuérdate de que la consigna es destruir! 

Empéñate en tus sueños imposibles:  ellos se pierden cuando les quitamos la fe. 

No le temas a un nuevo renacer:  la vida es ancha como el mar.  Acéptala con sus mareas, su espuma, sus algas y su luz. 

Vive y ama a tu máxima capacidad:  son los dos grandes retos de la vida. 

Da de ti mismo, pues lo que no se da, se pierde. 

Antes de adornar tus ilusiones, déjalas nacer en la realidad. 

Acapara del amor todo lo que puedas, porque con eso haces la vida.  Es un trabajo de tiempo completo, pero hace grande hasta las insignificancias. 

Al amor nadie lo vence, aunque haya espinitas que duelan y luces que se apaguen. 

Ten la libertad de enjaularte en el amor y vivir cautiva en los brazos de Dios. 

No vivas a medias… ni bueno, ni malo… ¡vegetando! 

No pierdas tu personalidad, aunque tengas que reflejarla en el espejo del mundo. 

No intentes pasar siempre primero: cede el paso y da la preferencia. 

El mundo se mueve y hay que avanzar con él, pero muévete siempre dentro de lo “inamovible”. 

No te quejes del pasado ni vivas del porvenir: afiánzate en el presente, en este nuevo año. 

Barre todos los malos residuos y llénalo todo de promesas. 

Perdona todas las viejas heridas y cicatriza con resinas de amor. 

Elimina todos los malos hábitos y apóyate en el esfuerzo humano y la gracia divina. 

Desaparece todos los rencores, recuerda que hasta los más pequeños se hacen gigantes. 

No andes pendiente de lo que te deben a ti, sino de lo que has dejado de pagar a los demás. 

No pierdas la felicidad.  No te cierres el mundo, porque Dios siempre deja una luz para alumbrarse y un huequito para reconstruirse. 

No te impacientes con la suerte:  hay que dar tiempo a que la savia se haga flor. 

No te extralimites ni te retrases:  Dios siempre da el tiempo exacto para lo que espera de ti. 

Paséate en el mundo como una triunfadora, no como una derrotada. 

Pierde juventud con elegancia y no te sientas basura, sino reina de todos los tesoros acumulados.  Los años no son derrotas:  ¡son un triunfo! 

No te pares ante los demás como una desapercibida, sino como un testimonio fiel de tus creencias. 

No abras la llave al secreto que te confiaron. 

No te concentres en los desastres, sino en la forma de arreglarlos, ni critiques los errores:  trata de corregirlos. 

Aprende este año la importancia de saber definirse, de reír más, llorar menos y orar mejor. 

No cuentes dinero:  cuenta estrellas. 

No pierdas oportunidades:  abre las vivencias de Dios para que puedan encontrarse con tus vivencias de hombre. 

No hagas tu camino en millas, sino en ejemplo y proceder. 

No lleves las cruces con los hombros caídos. 

No pierdas tiempo, porque otros llenarán tu espacio. 

Y no lances un año más al vacío, porque las manos se te quedarán frías y la vida, con falta de material para llenarla, te parecerá un abismo.  Mejor abre el corazón a tus aspiraciones más altas ¡y empieza a florecer! 

No pierdas la fe para seguir:  no olvides que la vida es cuesta arriba, que todo recorrido es doloroso y que el amor se conoce y se mide desde la cruz. 

No pierdas los motivos para vivir, porque para eso tendrían que rompérsete las cuerdas. 

No pierdas los sueños imposibles, porque para eso tendrían que dormírserte las alas. 

No pierdas la inspiración de tu mente, ¡porque para eso tendrías que rendirte! 

Este nuevo año necesita: 

Un buen molde donde cuajar: un buen proyecto. 

Una fe de apóstol, que cobre forma de acción. 

Un abono nuevo que nazca, florezca y llegue a sorprender. 

Necesita que la vida se convierta en algo que nosotros podamos iluminar, ¡y Dios pueda recibir!