Aspectos de la Vida

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Con las Alas Abiertas

   

Hoy vengo a entregarles tres rosas para un tallo, tres enfoques para un contenido y tres temas para un articulo:

 No te canses

De dar alegría con tu sonrisa.

De dar pan de tu horno.

De dar felicidad de la que llevas dentro.

De llenar vacíos.

De sembrar rosas.

De conducir a otros.

De lo duro del camino.

De lo alto de la montaña.

De lo débil de tu fe.

 No te canses…

De ser hombro, escalón, pañuelo, puente, ilusión y vida.  De ser tornillo que apuntala el mundo, tuerca que sostiene la armadura, llave que deja pasar, cimiento que consolida el amor y columna que levanta el ideal.

No te canses de trabajar con cera, si ahí puedes dejar una mechita de luz.

 No te canses de trabajar con barro, si ahí puedes dejar esculpida la imagen de Dios.

 No te canses de trabajar con tierra, si ahí puedes dejar injertada una semilla, dorado un fruto y sazonada una vida.

 No te canses de gastar el corazón por los que arrastran la vida y dar fuego de tu vida por los que desconocen el amor.

 No te canses.

¡Deja que descansen los demás! 

No pierdas nunca la sonrisa

La sonrisa es ese algo luminoso con lo que nos asomamos a los demás. 

La sonrisa es como una llamita interior que se enciende a tu contacto, para saludarte. 

La sonrisa es como desbordarse algo que nace dentro, que se da espontáneamente y no se puede arrebatar, forzar ni pedir.  Brota sola y así, por su cuenta, se prende al rostro del que elige.

La sonrisa es como una trasmisión de simpatía que nos hace sentir livianos y alegres. 

Sonreír es acoger, confortar, abrir el paso, invitar a pasar.  ¡Es subir un peldaño en el amor! 

La sonrisa es como una gota pequeña, pero en esa gotica cabe el mar. 

Sonreír es querer soñar dentro del otro. 

La sonrisa acaricia, retiene, perdona, habla.  Es como depositar una promesa en los que sufren y un tono alegre en los que cantan.  La actitud más empecinada se ablanda con ese gesto amistoso de dominación.

 La sonrisa ensancha.  Tiene algo de sol naciente entre los hombres.  Es como si nos brotara una rosa por dentro y empezáramos a repartir pétalos en los demás, colándose el perfume por los ojos, por los labios, por esa expresión abierta y transfigurada.

Es una moneda de valor incalculable.  No tiene valor hasta que se reparte y no enriquece hasta que se regala.

 A veces la sonrisa ensancha la vida, hace respirar hondo, como si saltara de golpe todo lo que estaba taponeando nuestro corazón.  La sonrisa quita el hermetismo y rompe la compuerta donde se acumulaban tantos desechos, tantas espinitas y tantas rozaduras.

Sonríe colando luz, dando amor y asomando el alma. 

No escatimes tu sonrisa al que te la niegue.  Esos que la agotan por la vida y la apagan con el viento, son los que más la necesitan.  Sonríele a ese prójimo serio, triste, envejecido, y el Señor te sonreirá, dejando su rostro encendido en tu corazón.

 De ti puede brotar ese don, ese gesto que redime, ese ángel que acaricia. 

Bajo tu sonrisa podrán salvarse muchos de los que pasan desesperados y podrán curarse muchos de los que pasan enfermos.  Bajo tu sonrisa se detendrán los viajeros, atraídos por ese pedacito de Dios que irradia tu expresión.

La sonrisa se inventó para el milagro, para ese milagro que de pasada podemos hacer todos los días. 

Señor: que a los míos, a los que amo y a todos los viajeros del mundo, ¡no les falte nunca una sonrisa! 

No midas por años

No midas por años, sino por el arte y la forma que has adoptado para vivirlos. 

No envejezcas antes de tiempo: valora la vida hasta el final. 

El tiempo no depende de nosotros, pero sí los “grados de vejez” en que inconscientemente nos vamos situando.

El envejecimiento no es un momento del tiempo, sino el instante preciso en que renunciamos a vivir.

Se envejece con pocos años, y no se envejece nunca. 

Se envejece con buena salud y se conservan bríos con grandes impedimentos. 

Se envejece con soledad y tristeza, y se estiran los años con un espíritu fuerte e indomable. 

No se necesita la muerte para convertirnos en polvo, ¡basta perder el interés por todo lo que nos rodea! 

Los años arrugan la piel y la marchitan.  El desgano arruga el alma y la reseca. 

El pesimismo, la amargura y el miedo quitan más juventud que las arterias.  Y la obsesión de la muerte acerca más a la vejez que los achaques, los años y las limitaciones.

El tiempo es como el reflejo de la vida.  Es joven el que siempre tiene algo que reflejar.  Y viejo, el que voluntariamente ha perdido su transparencia.

Se puede llegar con los años a una vida menos activa, pero sin dejarse caer en una decadente ancianidad.  Es viejo quien perdió la llave de su vida interior.   Y joven, el que abre a diario la ventana del alma y se asoma al horizonte.

La vida se aquilata dentro.  Déjale caer a diario sus goticas de juventud y los años, de tan rápidos, ni los notarás pasar.

Hay viñedos que con todo el sol de la juventud lucen raquíticos, y viñedos que con un buen racimo de años hacen el mejor de los vinos.

Lo malo no es tener que morir y tener que envejecer.  Lo malo es no saber vivir.

 Es joven el que juega al desafío con la vida y reta.  Es viejo el que se entrega y se deja vencer.

 Es joven el que sabe que hay algo más que hacer y confía en sí mismo.  Es viejo quien se cubre con manto del desaliento y se paraliza.

Es joven el que amanece todos los días disponible.  Y viejo, el que se declara inservible e impotente. 

El que vive a plenitud la corriente de la vida,  es joven.  El que cierra el voltaje, apaga la luz y desconecta, es viejo.

Mientras  sepas escuchar, vibrar y entender lo que te está diciendo Dios, mostrando la naturaleza, regalando el corazón, y hagas fuego que se encienda, alas que te sirvan y pensamientos que te eleven, ¡eres joven!

No achiques tanto tu vida que te quedes sin ser joven ni ser viejo, prácticamente sin ser nada.

 Pido a Dios que algún parrafito se quede dentro de ti, que alguna palabrita llegue a tu corazón y algún pensamiento te dé vueltas en la mente.

 Que algo te sirva.

 ¡Y que Dios te bendiga!