Libros en busca de lectores

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

Es una buena noticia que se celebren ferias de exaltación al libro. A ese brindis me sumo, porque necesitamos más libros para ser más libres. Ya se comenta: Todo está en los libros. Aglutinan todas las culturas y todos los cultivos literarios. Es un viaje barato, confortable, que necesita del silencio para gozarse. El libro nos vive y nos aviva. Es un amigo que nunca nos falla. No tiene caducidad. Es del tiempo y para el tiempo, para todas las épocas y para todas las edades. Un buen libro es como un buen amor, te eleva a las alturas y te abriga, con sigilosos latidos,  las soledades no deseadas. 

Ponga un libro en su vida y verá lo bien que sienta beberlo. Después de probarlo un par de veces hasta gusta y llena el alma. Nada como un libro para descansar. Nada como un libro para librarse del aburrimiento. Nada como un libro para gozarse por dentro. Nada como un libro para nadar en la abundancia de atmósferas y vidas. Hace falta poner de moda, el modo de crear y recrear movidas que fomenten la lectura colectiva como gozo, y que se vuelva costumbre. Principio de necesidad. Un valor en alza.  

Este es un momento de confusión, la humanidad se encuentra en estado caótico, hay crisis mundial y bancarrota de todos los principios morales, las gentes se han lanzado a la guerra: unos contra otros y todos contra todos. Una buena terapia es ahondar en la sabiduría del pasado, extraer de muchos libros la orientación precisa para guiarnos en el momento presente, beber en la fuente original de la augusta sabiduría de la naturaleza, buscar los primeros cauces de la sapiencia cósmica. Y ello es muy de considerar, un libro que nunca emplea palabras vanas e innecesarias: es la Sagrada Escritura, que se nos convierte en un paraíso de delicias (Gén., 3, 23) en el que podremos encontrar la alegría cuando la hayamos buscado inútilmente en el mundo o cuando la hayamos perdido.  

No es casual que, en el momento en el que el autor sagrado quiere describir al hombre sabio, lo presente como el que ama y busca la verdad: « Feliz el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que en su inteligencia reflexiona, que medita sus caminos en su corazón, y sus secretos considera. Sale en su busca como el que sigue su rastro, y en sus caminos se pone al acecho. Se asoma a sus ventanas y a sus puertas escucha. Acampa muy cerca de su casa y clava la clavija en sus muros. Monta su tienda junto a ella, y se alberga en su albergue dichoso. Pone sus hijos a su abrigo y bajo sus ramas se cobija. Por ella es protegido del calor y en su gloria se alberga » (Si 14, 20-27).