Fervor y multitud en la visita de las reliquias de Santa Teresita de Lisieux a Granada

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

 

            Unas ciento cincuenta localidades de cincuenta y una diócesis acogerán, con los brazos abiertos y en multitud, como gracia especial de Dios, las reliquias de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (Santa Teresita de Lisieux, 1873-1897), desde el día 4 de septiembre hasta el 22 de diciembre. A la ciudad de Granada llegaron el pasado día diecinueve (a las 10,15 horas de la mañana), al Monasterio de las Carmelitas Descalzas de la Sagrada Familia de Ogíjares, siendo recibidas por la citada Comunidad, el Vicario General (P. Juan Rodríguez Segura), el párroco (P. Miguel Ángel Con Martín), un nutrido grupo de fieles, que han desbordado todas las expectativas previstas de asistencia al recibimiento, de las parroquias de Ogíjares, Armilla, Alhendín. También han estado presentes los niños y niñas del Colegio de Santa María del Llano de las religiosas dominicas, con banderines, pétalos de rosas y corazones rojos realizados por los propios alumnos. 

Una vez dentro de la capilla del convento, la urna de las reliquias de Santa Teresita, maestra de vida espiritual con una doctrina sencilla y a la vez profunda, tomada de los manantiales del Evangelio bajo la guía del Divino Maestro, las religiosas Carmelitas entonaron varios cánticos y, posteriormente, lecturas sobre su vida y obra. A la hora del Ángelus (doce de la mañana), se ofició una misa solemne, presidida por el Vicario de Zona, (P. Antonio Valverde), concelebrada por numerosos sacerdotes, entre ellos los párrocos de los pueblos cercanos. Tal vez no sepamos describir lo vivido con palabras, pero lo cierto es -y los hechos son los hechos- que, fueron numerosos los fieles (de todas las edades) que se acercaron a venerar las santas reliquias. Diversos grupos vinieron en autocar desde la costa granadina (Gualchos, Rubite, Lújar...) y ciudades limítrofes. Se les veía a todos sumamente gozosos de estar junto a la gran santa de los tiempos modernos. ¡Un gran signo de esperanza! 

LLENO TOTAL EN LA CATEDRAL

La tercera gran estrella que brilla refulgente en el firmamento carmelitano es, sin duda alguna, Santa Teresita del niño Jesús y de la Santa Faz, cuyas reliquias se adentraron en la Catedral de Granada, como aire cristalino que todo lo purifica, reavivando la fe de los cristianos, que llenaron totalmente el templo catedralicio en profundo silencio. Eran las 16,30 horas (día diecinueve de noviembre) cuando la santidad de esta joven que cautiva a todo el que la conoce, que ha elegido hacer amar al Amor, penetraba en la Iglesia madre, bajo un manto de pétalos y un monte luminoso de aromas. 

Dentro de la Catedral, las Carmelitas Misioneras de Granada, alumnas y alumnos del Colegio el Carmelo acompañados por sus padres, glosaron en varias voces, la vida y obra de Santa Teresita, sus enseñanzas y hacer, que tan buen resultado le dio a ella misma para escalar las cumbres más altas de la perfección cristiana. Ingentes muchedumbres se acercaban a la urna inmersas en el amor, unos para darle gracias, otros para abrirle el corazón y depositar en el suyo sus dolores, sus alegrías y anhelos. Hubo un momento que, entre esa multitud, pudimos ver a nuestro Arzobispo en la cola, pasando desapercibido para los fieles, como uno más de esa Iglesia peregrina, con esa misma humildad y sencillez de la Santa, siendo tan grande, que su heroica virtud también pasó enteramente inadvertida a las mismas religiosas que convivían con ella. 

A las 19,30 horas tuvo lugar la esperada Eucaristía en la Catedral, presidida por el Sr. Arzobispo, Monseñor Francisco Javier Martínez Fernández. Había un perfume especial en el templo, un gozoso encuentro con un corazón que arde de amor. El Coro del Carmelo solemnizó con sus voces, aún más si cabe, el culto eucarístico que constituye el alma de toda la vida cristiana, el fermento de caridad y vínculo de unidad, el sacramento del amor. Un amor que recordaba, en aquella carta a su hermana sor Inés de Jesús, cuando escribía estas frases encendidas: “¡Qué importan las obras! El amor puede suplir una larga vida. Jesús no mira al tiempo, porque es eterno. Sólo mira el amor. ¡Jesús! ¡Quisiera amarle tanto! Amarle como jamás ha sido amado. A cualquier precio quiero alcanzar la palma de Inés: si no es por el martirio de sangre, ha de ser por el del amor". Ningún sacramento es más precioso que la Eucaristía, el celebrado con las reliquias de Santa Teresa, -me confesó una joven del Coro del Carmelo- es un gozo difícil de narrar. “Yo cantaba con más voz y más vida” – me respondió al elogiar su nítida voz.

EN PROCESIÓN 
HACIA LAS CARMELITAS DE SAN JOSÉ

Después de la importante Eucaristía de la Catedral, la que tanto significó para Santa Teresita, como dejó escrito en estas ardientes palabras, que no me resisto a transcribir: “Si Jesús inventó la Eucaristía y si baja del cielo cada día, no es "para quedarse en un copón dorado", sino "para encontrar otro cielo que le es infinitamente más querido que el primero: el cielo de nuestra alma, creada a su imagen ¡y templo vivo de la adorable Trinidad...!”; tuvo lugar la procesión de traslado de las reliquias hacia las Carmelitas Descalzas de San José, por las calles de Granada. 

Diversos estandartes portados por Carmelitas Misioneras, abrían el camino para que la urna que porta las reliquias de Santa Teresita; un caminito que es sencillo, pero no simplista. Ese caminito nos enseña que Dios nos ama de tres maneras complementarias: Dios nos ama con amor gratuito. Por eso Teresa quiere agradarle dejándose amar y presentándose ante Él “con las manos vacías”. Dios nos ama con amor misericordioso. Por eso Teresa quiere agradarle dejándose purificar sin cesar por el fuego de su Amor. Dios nos ama mendigando nuestro amor. Por eso Teresa quiere agradarle no negándole ningún sacrificio que Él le pida por la salvación del mundo. 

Ya entrada la noche, tuvo lugar la Vigilia de oración en las Carmelitas Descalzas de San José. Fueron también muchos los congregados. Al igual que al despertar el alba, del día siguiente, (día 20 de noviembre), cuando se producía un nuevo encuentro con Cristo en la Eucaristía, junto a las reliquias de Santa Teresita, como despedida gozosa alrededor de la mesa eucarística donde todos nos sentimos hijos y hermanos. La Gran Teresa de Lisieux ha abierto campos llenos de esperanza, también en Granada. Sólo había que mirar a los ojos del corazón de las gentes que acudieron a besarle. ¡Cuánto amor vivido!