Algo mas que palabras...

Defensa de los derechos humanos y recuerdo a una víctima del terrorismo

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

HAY actos que no se olvidan fácilmente: imprimen pensamiento. Tal es el caso de la solemne sesión de la Real Academia de Jurisprudencia  y Legislación de Granada, de la que es presidente el Profesor Emérito de Derecho Administrativo, Eduardo Roca, con motivo de la clausura del curso 2002-2003, donde se nombra Académico de Honor, al Arzobispo de Toledo y Primado de España, Antonio Cañizares Llovera, que disertó sobre el tema de “Los derechos humanos en el pensamiento y la acción de Juan Pablo II”. 

En el transcurso de su lección magistral, Antonio Cañizares Llovera, ahondó en Juan Pablo II y su pasión por el hombre, refrendando que lo más profundamente humano es la búsqueda de la verdad, la insaciable necesidad del bien, subrayando la dignidad de la persona humana. Ciertamente, el conjunto de los derechos del hombre, corresponde a la sustancia de la dignidad del ser humano, entendido integralmente y no reducido a una sola dimensión. Desde luego, los derechos humanos obtienen su fuerza y su efectividad de un sistema de valores cuyas raíces se hunden en las profundidades de la herencia cristiana, que tanto ha contribuido a la cultura europea. En este sentido, el nuevo Académico, calificó al Santo Padre como un evangelizador, peregrino de los derechos del hombre. 

El efectivo reconocimiento de la dignidad personal de todo ser humano exige el respeto, cuestión que subrayó el Primado de España. Se trata de los derechos naturales, universales e inviolables. Nadie, ni la persona singular, ni el grupo, ni la autoridad, ni el Estado, pueden modificarlos y mucho menos eliminarlos, porque tales derechos provienen de Dios mismo. De ahí que el hombre está llamando a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena. Por consiguiente, el derecho a la vida, es el derecho fundamental. Monseñor Cañizares Llovera apostó por esa cultura de la vida, diciendo que la sociedad de la cultura ha dejado de creer en la verdad. 

En efecto, la prioridad en el pensamiento de Juan Pablo II, es la persona, el ser humano que es un valor en si mismo. Y en esta línea, la plática del Primado de España, abogó porque los derechos humanos sean cumplidos, ya que  más que normas jurídicas, son, ante todo, valores. Sin duda, estos valores deben ser mantenidos y cultivados en la sociedad, ya que, en caso contrario, el hombre se transforma en un objeto. El hombre no puede renunciar a así mismo, ni al puesto que le es propio en un el mundo visible, no puede hacerse esclavo de las cosas, de los sistemas económicos, de la producción y de sus propios productos. Porque una civilización con perfil puramente materialista condena al hombre a tal esclavitud. 

            Si las palabras del nuevo Académico no tuvieron desperdicio alguno, tampoco las de Andrés Ollero Tassarra, que radiografió de manera veraz al Primado de España. He aquí uno de los párrafos: “Si para un creyente es fácil intuir la acción de la providencia cuando regala al mundo una figura como la del actual pontífice, no le resultará tampoco difícil imaginar cómo este don incluye a la vez el de un selecto conjunto de figuras capaces de servir al Papa de punto de apoyo y de palanca multiplicadora de su labor. Con ellas, repartidas por todo el mundo, ha ido llevando a cabo dentro de la Iglesia la sana consolidación de un Concilio como el Vaticano II, tan notablemente avanzado como para no resultar de fácil digestión. Con ellas ha luchado, en el entorno de la Iglesia, por dar paso a un nuevo escenario internacional, en el que el archivo del marxismo comunista no acabe llevando a su simplista sustitución por un economicismo alternativo de corte consumista”. 

            El Académico de Número de la Real Corporación de Jurisprudencia, Andrés Ollero,  resaltó los intensos seis años de vinculación a la ciudad de Granada. “Antonio Cañizares vive lo que predica: nada humano le es ajeno; no le parece concebible una vida de fe marginada de su contexto cultural y humano. En consecuencia ha dado incesantemente a Granada lo que es de Granada, sin olvidarse de dar a Dios lo que es de Dios. No se ha sentido sólo responsable de las almas que le han sido encomendadas. Consciente de ser una de las Autoridades más relevantes de nuestra tierra, asumió como tarea propia todo aquello que redundara en beneficio de Granada. Bregó ante las diversas instancias políticas, dentro de la compleja maraña de nuestro Estado de las Autonomías. El bien de Granada le ha servido de brújula en la siempre compleja andadura entre Administraciones de diverso color político. Cuando la financiación pública se le negaba o resultaba insuficiente, supo recabarla de alguna de las contadas instituciones privadas que han logrado trabajosamente sustraerse a dichos condicionamientos. Su identificación con el pensamiento y la acción de Juan Pablo II y su amor por Granada han marcado, pues, el doble eje de la inolvidable labor que ha realizado entre nosotros haciendo suyo el lema evangélico: "pertransit benefacendo", pasó haciendo el bien...”. 

            La sesión última del solemne evento, fue para la entrega de los premios correspondientes al año 2002. El premio al mejor expediente académico fue para Amparo Molina Martín. Los premios a la mejor tesis doctoral de derecho privado  y público para Carmen Rojo Álvarez Manzaneda y Elena Isabel Cara Fuentes. El premio académico José Luis Pérez Serrabona para Enrique Domingo López. El patrocinado por el Ayuntamiento de Granada, que lleva el nombre de Luis Portero, fue para Mercedes Galán Juárez. Esta última premiada, tomó la palabra, para subrayar la profunda felicidad y el gran honor que sentía de haber recibido el premio que honra la memoria de un académico, Luis Portero, que ha sido un símbolo de la lucha por el ser humano. Clausuró el acto, el presidente de la Academia, Eduardo Roca, que tras elogiar la trayectoria del nuevo académico, Monseñor Cañizares, defendió y abogó por el derecho a la vida como el derecho básico en el que se encuentra la raíz del hombre, sin olvidar la especial protección del derecho a los más débiles. 

            Verdaderamente, este tipo de actos en favor de los derechos fundamentales, merecen ser elogiados en un mundo en el que cada día menos se tienen en cuenta. Esta opción humanística de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada, acrecienta los valores supremos del ser humano. Sin valores no se tiene la posibilidad de construir una sociedad humana. Ningún modelo económico o político servirá al bien común si no está basado en los valores fundamentes correspondientes a la verdad sobre la persona. Y aquella cultura, que tanto se nos llena la boca de cultivarla, que no esté al servicio de la persona, no será una auténtica cultura.