Buscando a Dios

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

 

«Estas son tres formas elementales de la experiencia de Dios

y de la relación con Dios;

nosotros vivimos por obra de Dios,

ante Dios,

y podemos vivir con Dios»

(Gerhard Ebeling, «Sui Salmi», Brescia 1973, p. 97).

A Dios hay que buscarle

en el verso de la vida,

en la vida sigilosa

y en los latidos del alma.

 

Dios se halla en la pureza

del cielo y en el culto

a la verdad más nívea,

y en la luz más etérea

del eterno y cautivo verso.

 

Porque...

por amor, Dios creó al mundo,

y del mundo es su Señor,

manantial de orden moral,

río de alegría y mar de gozos.

 

A Él se llega

con las manos  inocentes

y el corazón limpio,

con los labios abiertos

al lenguaje de la autenticidad,

con el abecedario de la entrega

a los últimos

y con los bolsillos vacíos.

 

Sólo Dios nos ama

con un amor alto y vivo,

comprensivo y paciente,

como un Padre amoroso,

que no tiene otro compás,

que la compasión y la piedad.

 

La mano de Dios,

es una mano que perdona,

y una voz que es camino,

y un camino que es esperanza.

Sólo hay que seguirle y abrazarle.