Algo mas que palabras
"Nuestra historia de supervivencia"
Autor: Víctor Corcoba Herrero
Nuestra historia es una
historia de resistencia. Conviene recordarlo, tenerlo presente en nuestro diario
de vida, y reflexionar sobre la acción y el efecto de sobrevivir. Nos lo evoca
este año el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del
Holocausto (27 de enero). Ahí está el legado de la supervivencia, avivado por
Naciones Unidas. Innumerables personas, de todas las patrias y épocas, sufren
diariamente un verdadero calvario. Algunas sobreviven al dolor y a las penurias
más horrendas. Otras no tienen
esa suerte. En cualquier caso, estas espantosas imágenes deben concienciarnos
para ser más respetuosos con los seres humanos y en defender su dignidad. Como
muestra de una de tantas barbaries, el legado de
Auschwitz-Birkenau, el campo de concentración y exterminio que se hizo famoso en
todo el orbe como el símbolo de la maldad humana, y que hoy tiene que ser una
lección imborrable. Hemos de seguir, pues, profundizando en las causas que
motivan las atrocidades humanas a lo largo de su historia, porque después del
camino recorrido, de tantos avances logrados, el orden y la consideración no van
con nosotros.
Hay que asentar los humanos derechos. Hacerlos valer como intocables derechos humanos en toda persona. El planeta es un volcán de violencias y de persistentes violaciones. Está visto que no es suficiente con el mero recuerdo anual, tenemos que educar activando otros cultivos y otras culturas más responsables. De la responsabilidad hacia toda persona es como nace una sociedad más humana. Debemos injertar el respeto por la diversidad antes de que la intolerancia eche raíces. Cuestión peligrosa que se enraíce el fanatismo. Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, puesto que cada persona es un mundo, cooperemos a que el planeta sea un hábitat apto para todos. Pongamos en valor los derechos humanos. Son vitales. No los demos jamás por sentados. Como todo en esta vida, precisa protección, defensa y garantía. Para que sean una realidad viva, aparte de que toda la ciudadanía los conozca, es necesario ponerlos en movimiento, sentirlos como propios y útiles para la convivencia.
Deseo recordar nuestra
perenne historia de supervivencia, pero quiero hacerlo con un propósito, con una
llamada a las conciencias, la de alejarnos del mal. Ya está bien de seguir
conviviendo con la desolación. Precisamente,
Por si teníamos pocas contiendas, ahora también tenemos la guerra de los “ciberespías”, buceando por las altas esferas de la seguridad mundial. La tierra es cada día más insegura, pero el ser humano sigue buscando la paz. Abrigamos la necesidad de quietud, de sentir lo armónico como forma de vida. A veces se buscan desesperadamente alianzas que luego sólo quedan impresas en el papel. Sería bueno reflexionar sobre ello. Para poder alcanzar el sosiego, quizás sea imprescindible antes que todas las personas, vivan donde vivan, puedan experimentar el calor de un afecto próximo y firme, no la ingratitud o la explotación. Y aunque las naciones pueden prestar cierto auxilio, jamás como el de la familia. El mundo tiene que acabar siendo un clan, porque la estirpe humana necesita sentirse grupo antes que sociedad y mucho antes que progreso. Más allá de los países y de sus instituciones, queda la parte de compromiso que recae sobre cada uno de nosotros. Todos al final somos parte del conflicto.
Dicho lo anterior, si
estimo que es un gran avance que los derechos humanos, la democracia y el Estado
de Derecho sean valores básicos de