Algo más que palabras

"Bienvenida la religion para amarnos". (Los Jesuitas: De ayer a hoy)

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

 

Antaño se describía la religión como el “opio de los pueblos”. En el momento actual, según ha dicho recientemente el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente del Vaticano ante Naciones Unidas, es cada vez más considerada la “vitamina de los pobres”. En cualquier caso, la aportación de las religiones al mundo ahí está y debe ser para amarnos. Servidor acaba de recibir el Anuario 2010 de la Compañía de Jesús, el quincuagésimo de la serie; el primer número se publicó en 1960. A través de sus páginas, queda refrendado una vez más el espíritu universalista de los jesuitas y su preocupación y ocupación por el ser humano, sin distinción alguna. Es cierto que vivimos en un mundo en el que por la ciencia podemos saber cómo funciona el universo,  pero el por qué se mueve así, de este modo y manera, entra más en el terreno de las creencias de las personas.  

Los jesuitas se distinguieron muy pronto en esta clase de estudios. En la actualidad, el Vaticano tiene un observatorio y pide a la Compañía que lo provean de astrónomos, a fin de mostrar al mundo de forma patente que no se teme a la ciencia sino que se la cultiva. Se continúa así una larga tradición jesuística que ve en el conocimiento del mundo creado un camino para llegar al Creador. No en vano, San Ignacio escribió que “su máxima consolación procedía de contemplar los cielos y las estrellas, que miraba largo rato y a menudo, porque de ellos le nacía el impulso más fuerte para servir a Nuestro Señor”. También poetas de todos los tiempos, observadores y visionarios de la vida, han versado la estética del universo. El mismo Galileo llegó a decir que “las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el universo”. Precisamente, en este año que estamos a punto de finalizar se ha celebrado el Año Internacional de la Astronomía por coincidir con el cuatrocientos aniversario de aquella noche en que Galileo enfocó su telescopio al cielo por primera vez, y también los jesuitas como astrónomos y representantes del Vaticano, han participado en las actividades del mismo. Así han copatrocinado encuentros sobre asuntos que van desde astrobiología a la astronomía y acciones culturales, como films y shows del planetario, mantenimiento de bloggs y publicación de una obra de divulgación sobre la astronomía y el Vaticano. 

Asimismo, hace ya mucho tiempo que la ecología es un tema prioritario de la Compañía de Jesús. La Congregación General 34 declaraba ya que “el equilibrio ecológico y el uso atento de los recursos mundiales son elementos importantes de la justicia”. Hoy el reto es un nuevo nivel de compromiso como también lo es con Nepal,  Haití, los indígenas, y tantos otros pueblos y culturas que sufren penalidades en el mundo. Los jesuitas siguen haciendo historia y camino. Manresa continúa siendo un nombre y un lugar particularmente querido a la Compañía de Jesús y a cada jesuita porque aquí San Ignacio recibió esa iluminación espiritual especial que está en la base de la Orden que él fundó. Este próximo año celebran los quinientos años del nacimiento de San Francisco Borja (1510-1572),  hombre de profunda e intensa espiritualidad, y que fue el segundo General de la Compañía, después de San Ignacio de Loyola. De igual modo, Matteo Ricci es un nombre conocido especialmente en China, donde fue gran misionero y científico. También se celebrará el cuatrocientos aniversario de su muerte en Beijing  (1610). A la par, se proclama un nuevo beato español, prácticamente desconocido, el jesuita Bernardo Francisco de Hoyos (1711-35), su figura está unida sobre todo a la devoción del Corazón de Jesús. 

En el citado anuario también se incluyen cien años de acontecimientos conmemorativos.  El aniversario de la provincia de California, que engloba los Estados de California, Arizona, UTA, Nevada y Hawai. Hoy 389 jesuitas, en cooperación con seglares, intentan seguir los pasos de sus predecesores, dedicándose a estas prioridades: fomentar la cooperación entre unos y otros; fortalecer la solidaridad; responder a la diversidad y evangelizar la cultura. La provincia jesuística de Hungría también ha cumplido cien años y una de las últimas innovaciones de la Provincia Húngara es la prometedora comunidad “Montserrat”, en la que cinco jóvenes se están preparando para entrar en el noviciado. El centenario de la iglesia San Juan Berchmans en Bruselas será todo un acontecimiento a celebrar en septiembre de 2010. También se conmemora el centenario de la misión de Lifidzi en Mozambique.  Allí desembarcó San Francisco Javier en su viaje hacia Oriente, y la Compañía de Jesús tiene una larga y rica historia de su presencia en este país africano, donde siguen colaborando en la reconstrucción  de poblados y en la reconciliación e integración social de las poblaciones después de las contiendas. 

A medida que cambia el mundo, cambia también el contexto de su misión. La situación de los prófugos iraquíes en Jordania es de pobreza, miseria, soledad, abandono. El servicio Jesuita a Refugiados está trabajando activamente para mejorar una situación que parece no tener esperanza. La isla de Malta representa la frontera meridional de Europa. Aquí llegan después de innumerables peripecias y peligros millares de refugiados en fuga de diversos países, especialmente de África. El sueño de una vida mejor en Europa se rompe a menudo contra una dura y diferente realidad. Junto a este sufrimiento también está la mano del jesuita. Desde hace más de un siglo los jesuitas trabajan igualmente en la Misión de Pine Ridge en Dakota del Sur (EE.UU), siempre dispuestos en la ayuda. La pobreza y el analfabetismo de los pastores nómadas kurubas no acabaron con la opción por un estilo de vida tradicional. Jana Jagaran organiza a los pastores para que se encaren con los centros de poder y para proteger sus tradiciones y medios de vida. Más de 200.000 kurubas, una comunidad tribal de pastores, viven en perenne estado de migración.  

La tradición de los jesuitas de tender puentes superando las fronteras, de adentrarse en la realidad de los jóvenes, de apostar por la formación y la cultura, de estar junto a los excluidos, pone de relieve la necesidad de instituciones religiosas en un mundo convulso, donde la religión se convierta en la fuente cultural e institucional más importante de principios éticos. Es cierto que la Compañía se ha situado siempre en la frontera entre la Iglesia y la sociedad, entre la fe y la cultura, entre la religión y el laicismo. En el Anuario se observa que esas posiciones de vanguardia siguen firmes, propagándose con un lenguaje de hoy. No es fácil llevar a buen término esta tarea, incómoda y arriesgada, y en ocasiones poco apreciada, si no mal entendida, pero es una labor tan necesaria como imprescindible si queremos seguir avanzando todos junto a todos.