Algo más que palabras

El desplome de la Madre Patria

Autor: Víctor Corcoba Herrero   

 

 

           La agenda social carece de páginas suficientes para cubrir el aluvión de necesidades. Los datos son los que son. El desplome del consumo y la inversión en España realza la fiebre del bochorno. Empapados por este dislate, el único elemento positivo que nos resta, es la rogativa. Miles de familias nadan como pueden para poder salir de la riada de empresas que cierran sus persianas a diario. El obituario del tejido empresarial es inmenso. A muchos españoles, y aún más a los inmigrantes, sólo les queda la plegaria  al papá Estado  o resignarse al dicho, que no hay mal que cien años dure, aunque vayamos a ser los últimos, según todas las previsiones, en superar este tormentoso nubarrón de crisis.  

            Crisis que nos coge por todos los lados. Estas cosas suelen pasar cuando la conciencia se excluye de la hoja de ruta viviente. Se desploma el sentido común. Así, por ejemplo, a estas alturas del siglo, cuando la ciencia parecía haber avanzado a su más amplia expresión: tanto de las ciencias experimentales como de las ciencias humanas; resulta que algunos miembros del gobierno español llevan en cartera la duda, haciendo despuntar un nuevo brete, el conceptual. No acaban de entender: ¿qué es un ser humano? Aferrados a la letra del buen gobierno, abecedario que por cierto no entiende de despilfarro, precisan saberlo para extender o no la receta del auxilio social. Lo lógico es que los dirigentes políticos sean partidarios de velar por todos los seres humanos. Pues no, alguna titular ministerial, todavía no tiene claro que un feto humano, vertebrado vivíparo en desarrollo, pueda llegar a ser un ser humano con derecho a protección.             

            Dicho lo anterior, tronados por la variedad de crisis, cabe declarar la ruina. Después que el trono del bienestar de la madre patria ya es agua pasada, si bien cabe apuntar que algunos jamás han probado ese manjar, ahora se viene desplomando todo, y todo contra el ser humano. ¿Será que la cultura de la muerte ha tomado por reino este país? A juzgar por los fríos datos estadísticos y por lo que uno puede ver a ras de vida, la situación que atraviesan cientos de ciudadanos españoles es de ahogo y derribo. Ni la economía sumergida, que la hay, puede  saciar la desesperación de varios seres humanos. Cada ser es una voz y, como tal, debe ser tenida en cuenta. El hecho de que a los seres humanos nacidos se les niegue el pan, o lo que es lo mismo, el deber y derecho al trabajo, desdice lo que es un Estado social de Derecho.  Un trabajo que lleva siempre el sello de la dignidad, ya que depende no tanto de lo que se hace, cuanto de quien lo ejecuta, que es la persona. De igual modo, el hecho de que los seres humanos no nacidos y los embriones humanos no sean explícitamente protegidos, también abre la puerta a la destrucción del itinerario humano en el mundo. En suma, que entre nacidos y no nacidos vamos de mal en peor: nosotros mismos somos nuestro vil enemigo.