Algo más que palabras
«Imaginar. Crear. Innovar»: ¡Qué lo sea para descubrirme a mi mismo!

Autor: Víctor Corcoba Herrero   

 

 

La Comisión Europea ha puesto en marcha la campaña de comunicación del Año Europeo de la Creatividad y la Innovación 2009 con el lema “Imaginar. Crear. Innovar”. Lo que pretenden desde las instituciones europeístas, el próximo año que ya está en puertas, es suscitar e inspirar planteamientos creativos e innovadores en diferentes sectores de la actividad humana. Este arranque, desde luego, lo exige por si mismo el desafío futuro en un mundo globalizado. Ya nada es lo mismo y todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad. Por el simple hecho de existir, estamos concibiendo ideas. Vivir es un permanente recrearse, pero también un inmanente crear. Es cierto que la misma ocasión hay que crearla, no esperar a que llegue, y uno debe ser tan humilde como el pobre de la esquina que duerme entre cartones para poder descubrir lo que es sentir el desamparo. Está visto, por ley de vida, que se nos exige a toda la ciudadanía una contribución, ahora depende del ciudadano descubrir en qué consiste y cómo hacerlo. 

En épocas de cambios bruscos y sorpresivos como el momento actual, resulta ineludible imaginar, crear e innovar con nuevos métodos. Cuando menos, ¡qué lo sea para descubrirme a mí mismo! Algo es mucho. Tal decisión, de cada uno contribuir en la manera de sus posibilidades, debe estar motivada por el afán de buscar siempre la excelencia en la calidad, lo que implica también en los valores, y nunca la mera curiosidad de lo novedoso. Es cierto que el mundo, todo él, Europa no iba a ser una excepción, precisa líderes, no sólo con la cabeza bien amueblada, también con el corazón de poeta, dispuestos vocacionalmente a realizar su función de guías para el bien común. Falta conciencia crítica y sobra conciencia interesada. En la situación de laberinto que vivimos hoy, la humanidad precisa de líderes con alma, capaces de ser brújula que oriente y clarifique el sentido humano de la vida e inspiren pautas de conducta certeras que no defrauden. Por desgracia se da todo lo contrario, desde los puestos docentes hasta los cargos políticos de las naciones, pasando por quienes modelan la opinión pública desde el espectacular foro de los medios de comunicación social, lo que suele sembrarse es soberbia, altanería y orgullo. 

El Comisario Ján Figel’ ha dicho que “tanto la creatividad como la capacidad de innovación son cualidades humanas fundamentales. Son inherentes a todos nosotros y hacemos uso de ellas en muchas situaciones y lugares, de forma consciente o inconsciente”. Olvidó pensar que crear es tan complicado como ser libre. Pero que todos tenemos el derecho y el deber de intentarlo. Antonio Machado, en su tiempo, ya extendió la receta para que no se propagase la enfermedad del pasota. “¿Dices que nada se crea?, no te importe, con el barro de la tierra, haz una copa para que beba tu hermano”. Y también se ha pronunciado el Comisario sobre el logro que le gustaría conseguir: “que los ciudadanos de Europa comprendiesen mejor que fomentando las cualidades y capacidades humanas para innovar podemos crear una Europa mejor, ayudando a desarrollar todo su potencial, tanto económico como social”. También aquí se olvidó del potencial humano, o al menos, queda muy tácitamente expresado. Quizás lo que menos se precisen sean líderes económicos y políticos, lo que hace falta y creo que con urgencia, en este momento, son líderes culturales, verdaderamente cultos en el cultivo de la verdad; puesto que, la cultura es multidisciplinar y todo lo engloba. 

Al parecer se ha entrado, con motivo de la citada efeméride, en contacto con diversas personalidades que cuentan con un brillante historial en materia de creatividad e innovación, para que actúen como embajadores del año. La idea me parece estupenda. La adhesión a estos líderes no es una pérdida de libertad, sino el reconocimiento de que nuestras ideas tienen un ejecutor y un intérprete que nos orienta. La desorientación del mundo es bien patente. No digamos ya de Europa. De ahí, lo fundamental que es la elección de los guías. Sin duda, el nuevo escenario mundial globalizado, requiere que los mentores, motiven las acciones humanas con opciones vida. La inseguridad puebla todos los rincones. Ya lo advirtió Montesquieu, que una cosa no es justa por el hecho de ser ley y que debe ser ley porque es justa. Quizás haya que redescubrir el valor primordial del sentido común, que antaño inspiró el derecho de gentes y a los primeros pensadores del derecho internacional. Las inversiones éticas tienen que ganar fuerza en ese imaginar mundos cercanos, en ese crear e innovar ideas que nos hagan mejorar por dentro a cada uno, para que también el mundo mejore por fuera. 

Es cierto que la voz de los grandes valores está inscrita en nuestro ser y la grandeza del ser humano, cualquiera que sea su hábitat, consiste en el hecho de no estar encerrado en sí mismo, en no quedar reducido a lo meramente productivo o improductivo, sino en estar abierto interiormente a lo esencial, como puede ser la escucha y la comprensión. Resulta paradójico que en la era de la globalización, se acorten las distancias físicas pero no las humanas, y tantas personas se sientan aisladas unas de otras. El desarrollo tecnológico nos ha llevado a la época del intelecto, de la información y de la globalización, que ciertamente ahora requiere otros programas y otras estructuras. Estoy de acuerdo que ahora lo que hace falta es imaginación, creatividad e innovación, sobre todo para no caer en la resignación. Metas prioritarias que apunto: Que las guerras dejen de derrotar a la humanidad. Que todo ser humano tenga el pan de cada día. Que la educación se universalice para que cada cual pueda aprender a ser. Que la igualdad deje de ser un derecho para ser un hecho. Que los niños sean niños y puedan hacerse mayores sin saltar edades. Que los recursos naturales se utilicen aplicando la ley natural en su estado de conciencia crítica…Que, en suma, la imaginación vuelva a ser el ojo del alma, crear se torne costumbre e innovar fe de vida. La inactividad destruye al intelecto.