Algo más que palabras
Nada es lo que parece

Autor: Víctor Corcoba Herrero                 

 

 

Hay dichos que son verdaderas lecciones, tratados de sabiduría para momentos de soledad, el pulso de la conciencia crítica. Este es uno de ellos: no pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación. Quizás sea lo que le pasa al Ejecutivo de Zapatero. Quieren afrontar y poner remedio a las dificultades económicas.  Desde luego, huir de la realidad sería mezquino, a sabiendas que el querer lo es todo en la vida. Si queréis ser felices lo seréis, le habrán dicho sus crecientes y nutridos asesores que diga el gobierno en pleno. Es la voluntad la que transporta las montañas, habrá pensado el consejo político apiñado en la perplejidad de que hasta fuera de los muros de la patria, el entorno de Bruselas prediga o profetice que España entrará en recesión más pronto que tarde. Ha tenido que salir Solbes, una vez más de las muchas veces, a poner voz con una de sus recurrentes máximas, no fuera el país a enfermar de pesimismo. Ha dicho, pues, que “si la recesión sirve para limpiar la economía, no tiene la mayor importancia”.  Remató la faena, la Vicepresidenta, con la contundencia de que convencida ella convencería a los ciudadanos, exclamando a los cuatro vientos que los españoles viven hoy mejor que nunca. 

A primera vista uno piensa, ¿qué está pasando para merecer yo esto? Después de ratos de silencio, el único amigo que jamás traiciona, uno llega a pensar que la Vicepresidenta se ha olvidado de la conjugación del verbo vivir. Sobre todo el presente de indicativo. Yo vivo, tú vives, él vive… ¿pero ellos viven o malviven?, ¿en verdad todos los ciudadanos viven con la protección social necesaria? ¿O tal vez malviven en la marginalidad de un sistema productivo injusto? La limpieza de Solbes como que tampoco la entiende el ciudadano que acrecienta la lista de excluidos al deber de trabajar y al derecho al trabajo. ¿En verdad también los poderes públicos vienen realizando una apuesta política decidida orientada al pleno empleo? ¿O es que han de pagar los de siempre la crisis? Sólo unos datos: uno de cada cuatro niños vive en la pobreza en España. La tasa de pobreza infantil española se sitúa por encima del 24%, la más alta de la antigua UE-15. Afecta sobre todo a los hijos de inmigrantes. Otro apunte más: el 19,9% de los habitantes de España es pobre, es decir, unos nueve millones de personas. Cada vez es más común entre este colectivo la figura de una persona excluida que nunca pensó que lo llegaría a ser, que empieza a ser mísera porque ni siquiera ya tiene lo indispensable. Lo chocante es que se produzca esta situación en un país en el que tanto dinero público se dilapida. Y lo sorprendente es que esa pobreza intente ahora esconderse.  

Quizás convenga recordarlo. En este país hay gente que vive en la miseria y gente que vive en el lujo, hay un norte y un sur, hay en cada ciudad o pueblo un polígono de la marginalidad. La pobreza y un estilo de vida insostenible cohabitan uno junto al otro. Una línea injusta separa muchas de nuestras sociedades y comunidades, y muy raramente la gente llega a conocer (conviviendo) las condiciones de la otra orilla. A veces, la calidad de los servicios ofrecidos por las mismas instituciones varía enormemente, porque a los más pobres se ofrecen servicios inferiores a los de los demás. La actual crisis, estoy seguro, que la factura mayor será emitida para ser abonada por los pobres de siempre. El engaño político está servido desde el mismo momento que se permite la precariedad laboral. Vivir para ver. Y lo que se ve, ya a primera vista, es la persistente mentira política en el ruedo de la vida. Y lo que es peor, tapándose en ocasiones las miserias corruptas unos a otros. Ver para vivir.