Algo más que palabras
Las sonrisas forzadas y cospedal como orgullo

Autor: Víctor Corcoba Herrero    

 

 

El maquillaje del cónclave popular acapara todos los medios. Es de justicia y normal que así lo sea. A primera vista todo parece marchar con gesto de prietas las filas. Advierto que la habilidad de la sonrisa es común en todos ellos. Lo nefasto es que la sonrisa se fuerce, sea interesada, y no tenga pizca de sinceridad alguna, por muy fascinante que sea el guiño.  

Nos han participado la bandeja del orgullo como entremés. A juzgar por los coros de machos compromisarios y féminas compromisarias ha sido todo un acierto. Como es natural en estos tiempos, de paridades y paridas, tiene nombre de mujer: Cospedal. Al parecer, a la susodicha musa todas sus acciones y opciones le embellecen. Con decirles que hasta el mismísimo divorcio lo subrayan hoy, al conocer la designación, todos los medios, como si fuese también un valor,  cuando el divorcio en si mismo ya es un fracaso, y máxime creo que debe serlo para un partido inspirado –según sus Estatutos- en el humanismo cristiano de tradición occidental.  

En cualquier caso, ahora Cospedal podrá demostrar toda su valía. Pienso que no lo va a tener nada fácil, por muchos brazos y abrazos que le asistan. Lo primero que tiene que hacer es integrar sonrisas sinceras en el campo de servicio. Sus votantes, el pueblo entero, han de sentirse comprendidos y protegidos. También por la oposición. Deben poder constatar que sus líderes trabajan y no para sí. La búsqueda egoísta del interés personal, en detrimento de la dedicación necesaria al bien común, es un virus excesivamente extendido en el ámbito de todos los partidos políticos de nuestro país. El gran Nizami advierte: “No comas delante de los hambrientos o, si lo haces, invita a todos a tu mesa” (Las siete bellezas), puede ser una buena reflexión para comenzar la tarea de servicio, tanto para los del cónclave actual como para los que no lo hacen, pero que ejercen la política.  

 No desearía que en el cónclave popular la crisis se cerrase en falso. No es cuestión de perder identidades para ganar votos, sino ser lo que se es, aunque no sea lo políticamente correcto. Hay que tener presente en la hoja de ruta, que la coherencia política va ligada al compromiso político adquirido. En nuestro país, además, tenemos fuerzas contrarias al hacer de la transparencia política. Desde que se ha adoptado la política como profesión es imposible que se de la honradez. Luego también abundan en los partidos, ciertos políticos que, con la presunción de Prometeo, se constituyen en árbitros del bien y del mal, hasta el punto que elevan el canto de sirenita del progreso a su ideal absoluto, aunque luego quedemos aplastado por él.  

La política seria no es cuestión de sonrisas, tampoco de tristezas, sino de trabajo incondicional y responsable. A mi juicio, el cónclave popular será un éxito en la medida que considere y refrende la coherencia personal del político que ha de estar en consonancia con una correcta concepción de la vida humana y social  a la que desea servir. Ya está bien que en política- como dijo Machado- sólo triunfe quien ponga la vela donde sopla el aire; y jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela. Que el cónclave no sea el paraíso de los oportunistas y charlatanes. La oposición ha de ponerse a trabajar con urgencia, dejar de ser noticia por sus espadas en alto, porque en un periodo de crisis como el actual todas las fuerzas políticas son más que necesarias.