Algo más que palabras

¿Para cuándo el destierro del político corrupto y la devolución de un                    patrimonio que no le pertenece?

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

 

Cada día son más los observadores internacionales que piden a Europa que deje de apoyar a políticos corruptos de otros continentes. No pocos dictadores se han hecho con el poder de un país saqueando a sus pueblos, robando el pan de los humildes y el de sus familias. Por otra parte, es cierto que tampoco se puede abandonar un país que necesita de las ayudas para salir de las crisis políticas y humanitarias en el que se haya inmerso. En consecuencia, habrá que prestar más atención hacia donde se dirigen los auxilios y quién los recibe; además de recuperar bienes que han sido desvalijados por líderes infectos de inmoralidad. Es de justicia, en suma, ver la manera de desterrar al político corrupto y hacerle que devuelva al pueblo un patrimonio que no le pertenece. 

Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial, lo tiene claro y apuesta por socorrer a los países en desarrollo a recobrar su dinero robado; un dinero que será clave para financiar programas sociales y advertir a los líderes corruptos que no escaparán de la ley. Según datos de la ONU, las ganancias provenientes de actividades delictivas, corrupción y evasión fiscal sobrepasan el billón de dólares cada año. Eso que sepamos, que seguro que es más. Palabra que jamás pude entender, lo fácil que es robar los dineros públicos, o jugar al derroche con pólvora ajena, y lo difícil que es reintegrar lo sustraído y malversado.  

Ciertamente, al mundo, le desborda la corrupción en la política y en la economía, dos piedras duras de roer; y, sin embargo, debiera ser compromiso permanente de toda persona contra esta solapada y difundida lacra social.  Por eso, entiendo, que más que nunca es necesario proporcionar una formación ética y moral. Dar ejemplo de honestidad y transparencia en la gestión de actividades públicas, aparte de ser un signo caballeroso, es también un deber ciudadano y de coherencia humana. Las desigualdades entre sus moradores  que acompañan a muchos países es el reflejo de que los beneficios de la economía se concentran en pocas manos. Unos desniveles que suelen generar graves crisis, debilitar democracias y confianza en las instituciones y en las personas que constituyen las bases del capital social del país.  

El fenómeno de la corrupción, que siempre es verdad que ha existido, pero que ahora alcanza unos horizontes que nos ha globalizado el mundo, no conoce límites políticos ni geográficos y tiene vigencia en todos los sectores sociales. La práctica del oscurantismo  y la cultura de la corrupción galopan a todo tren, sin perder raíl. La legalidad suele quedar en el espíritu de la ley, en el sueño del legislador. Los gobiernos podridos dislocan la paciencia y degradan todo lo que pillan a su paso. Pensar que toda batalla contra las pedrerías corruptas es un valor y un hacerse valer, asimismo una necesidad para que el mal no campee como virtud. Sin duda, el mejor presupuesto de Estado es aquel que castiga, caiga quién caiga, que abandona las prácticas corruptas y que, al mismo tiempo, incentiva los comportamientos honestos sea quién fuere.  

Volviendo los ojos a nuestra madre patria, donde sienta cátedra la tele y los chismes son un bosque prodigioso en el que se bañan mil ojos a diario. Pues, aunque suene a corazón sin alma, considero que es muy importante poner al corrupto en la nómina mediática, que lo conozca el pueblo y lo reconozca en su vergonzosa hazaña, para que la ciudadanía pueda enjuiciarlo como lo que es, como un ilícito que cabalga a cuerpo de rey y con una cara de nicotina rancia impresionante. Hay que obligarle, dando luz a su ilegítimo patrimonio por si la ley se duerme en los laureles de la inercia, que meter la mano donde no se debe, aparte de que debe de estar mal visto, algo que espero lo consiga la nueva disciplina de educación para la ciudadanía, conlleva reparar el daño de lo causado por su maldad  y, sobre todo, reponer lo raptado injustamente. No vean el superávit tan grande que entonces tendríamos en las arcas de todos y de nadie, para hacer de verdad políticas sociales y no políticas migajas como se vienen haciendo.   

No pocos políticos cuando llegan al poder lo primero que hacen es subirse el sueldo y mejorar la vida de sus allegados y afines, sean de sangre o de partido. Que sus votantes respiren para que puedan seguir votándole, esa es la voluntad de algunos mediocres vestidos de político, que no saben hacer otra cosa que vivir del cuento. Por no tener no tienen ni vida laboral. Desde luego,  hace falta como agua de mayo poner unas gotas de pureza al hedor de sobornos. Parece que la Unión Europea va a actuar con mano dura, que no es otra cosa que pedir transparencias financieras. Así, las políticas de gastos definidas para el período 2007-2013 hacen hincapié en los objetivos de crecimiento y empleo, así como en las nuevas orientaciones políticas relativas, por ejemplo, al establecimiento de un espacio de libertad, seguridad y justicia; pero a renglón seguido expresa que los ciudadanos deben tener la seguridad de que el gasto público europeo - también a escala nacional y local- se destina a sus propias prioridades y de que los fondos confiados a la UE son gastados correctamente. Confiamos que esta disciplina financiera se imponga en el currículum político y que, tal y como esta el patio de corrupto, se constituya una autoridad internacional contra los despilfarradores y desfalcadores de lo ajeno, que trincan sin apenas sonrojarse.