Algo más que palabras

El mundo en femenino

Autor: Víctor Corcoba Herrero 

 

 

Ya en su tiempo, dijo Machado, que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer. Es cierto, sólo ella, puede cambiar el rumbo de una sociedad. Ahí está su labor callada, pero constante, a lo largo de la historia. Sin duda, por esta razón, hace tiempo que se viene generando el cambio. Aquella Grecia de Platón y Aristóteles donde ser mujer, desde luego no era algo deseable, puesto que tenían el mismo status social que los esclavos, ya es historia innombrable. A Dios gracias. Qué menos que igualdad de dignidad, hembra-varón. Esa es la línea a fortalecer, la plena igualdad con el hombre.

También coincido con Rubén Darío, de que sin la mujer, la vida es pura prosa. El hecho de la complementariedad de la mujer y del hombre, la igualdad en la diversidad, el derecho a ejercer como tal y de estar presente en todos los ámbitos de la vida, no cabe duda de que a todos nos enriquece. A mi, personalmente, me apasiona probar ese otro mundo en femenino, por lo que supone de liberación y autorrealización, de innovación y de salto a otra dimensión muy distinta a la de antaño, masculinizada a más no poder. Sin embargo, creo que todavía hay que seguir garantizando la paridad real, sobre todo en procesos de tomas de decisiones trascendentales. Aquel dicho de que en mi casa mando yo, pero mi mujer es la que toma las decisiones, tiene su miga de saludable verdad.

Lo malo es cuando no te deja un imbécil saborear las rosas de la vida. No se puede ignorar el fenómeno de la violencia contra las mujeres, sea ésta de tipo físico, sexual, psicológico o moral. Es muy alarmante el crecimiento de la violencia en familia, que ya no son familia, o si lo son, lo son de conveniencia, prácticamente en todas las culturas, en todas las clases sociales y en todas las regiones. Me da la sensación de que algunos machos todavía piensan en bruto e imaginan que su mujer ha de ser bonita, estar siempre dispuesta… y no contradecir. Se olvida el león, que la hembra lo es todo en el orden del amor, protectora del ser humano, mientras que el varón carece de este privilegio. Otra razón más, para cuidar el mundo en femenino y complementarlo con el masculino. Por una mujer, un poeta quiso dar el mundo; yo quisiera sumar fuerzas, abrazarme a sus gozos, pero también dar consuelo tragándome sus lágrimas.