Algo más que palabras

Juan Cuesta Poza: Un poeta de búsquedas

Autor: Víctor Corcoba Herrero        

 

 

           Hace unos días tuve la dicha de presentar un libro de un poeta palentino en Granada, ante un auditorio concurridísimo. Juan Cuesta Poza, hombre de sencillez y silencios, agustino recoleto, ha escrito un verdadero canto de luz. Algo que nos trasciende y enciende por dentro. Bebió de San Agustín esa búsqueda de Dios, la de la felicidad, y los endecasílabos han espigado. La obra poética es un orante corazón. En cada página vive el soneto, bien labrado y mejor servido. Con esta métrica se crece el autor. Sus rimas nos llevan al reencuentro de uno mismo consigo mismo.  

En las aradas de la revista Santa Rita y el Pueblo Cristiano, Juan Cuesta Poza es un sembrador de sonetos, continuo y constante desde hace diez años. Su trayectoria poética es honda, sólo basta leer los títulos de sus libros: El poema de María, una letanía publicada en Buenos Aires, 1989; Poemas espirituales o Hasta que descante en ti. El poemario actual, prosigue también esa misma línea mística. Canto orante –así lo ha bautizado el autor- es una joya de cincuenta y cinco páginas que merece tenerlo muy cerca, como libro de cabecera o libro de ejercicios para ejercitar la conciencia. Las partes son bien definidas: I.- Sólo a ti te busco, II.- Heriste mi corazón y III.- Allí veremos y amaremos.  

Sólo a ti te busco para hallar la luz, escuchar la música que no se oye para no lastimar los tímpanos del alma, para salmonear la creación y al creador, para ver más allá de los paisajes interiores. Dios es la presencia viva, la llama del gozo, la luminaria que buscamos en una ciudad de ensueño. Los árboles escriben oraciones –dice el poeta- con la serenidad del universo. Nadie, absolutamente nadie, quedará indiferente ante este Canto Orante, donde cada palabra es una esencia y cada verso un soplo que nos conmueve. El concierto de palabras no puede ser más salido del espíritu, de la autenticidad. Vivencias, evidencias y clarividencias se funden y confunden. Saludables cantares para un mundo que no tiene oído y camina desorientado.  

Considero el libro, pues, como ayuda para iluminarnos y calentarnos en el próximo otoño invierno que se nos avecina. Es una poesía familiar, cualquiera de nosotros la llevamos impresa en el alma. Cuando un poeta canta como lo hace Juan Cuesta Poza estamos en sus manos líricas: él es el que sabe despertar en nosotros aquellas fuerzas secretas; sus versos nos descubren un mundo maravilloso, de dichas perennes, no es algo que se vea, sino más bien algo que se siente, que nos permite ver. En suma, con esta obra poética se llega a la verdadera poesía porque se mueve por el camino de la verdad.