Algo más que palabras

Libertad sólo en la literatura

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

 

La libertad sembrada por el escritor mexicano Sergio Pitol, recogida por los muros de la Universidad , que tampoco es lo que es,  también ha decrecido, previo rescatarla de la literatura, quizás porque no se encuentre en otro sitio, nos recuerda que lo de hacer esto o aquello sólo existe en las letras. El reino de los pillos ha tomado reinado y lo primero que han metido entre rejas ha sido la bondad del decente.  

El derecho del más fuerte es la mayor tajada de libertad que se nos muestra. Las dominaciones económicas hacen corral en un mundo de gallineros. Realmente siento pánico  ante la legión de esclavos posesivos que sólo aspiran a poseer.  Les importa un rábano tu libertad, se la tragan maliciosamente. Por eso es tan importante promover seres humanos libres en una sociedad prisionera,  presionada, aprisionada, apresada por los bárbaros de la argucia.  

No se hace libre a las personas cuando el camino es una trampa continua y constante. Miré los muros de la patria mía, como el poeta lo hizo tras el espejo del alma, y vi el contrasentido de la actuación con la palabra dada; divisé que la cultura deshumaniza, que hay leyes que atacan a la dignidad humana, enredos políticos que aborregan, conquistadores que te llevan al huerto donde la reineta es el embuste.  

Si no hay verdad entre lo que se dice y hace, la libertad tampoco nace. Donde no hay humedad no puede salir un manantial de versos. También les tengo miedo a esos liberadores de talante individualista que a golpe de puño levantan su libertad, pero no cuentan con la libertad del vecino, tan necesaria como la suya. Nos queda la literatura y poco más, porque la libertad de conciencia ya se han encargado de herirla, los dioses falsos de la retórica con altar en cada esquina, mediante adoctrinamientos y artimañas.  

Se han perdido tantas razones de libertad que de todas las especies me quedo con la natural, aquella que tienen las flores por donde no transita persona humana. Pido, pues, tolerancia para ser libre en un mundo de esclavos. Espero que don Quijote y Sancho, tan humanos y tan divinos, me dejen utilizar el disfraz de su verbo para no morir sin palabras y con los labios simulados. Santa libertad, la verdadera, quedo a tus pies para salir volando.