Algo más que palabras

Nadie se hace malvado de pronto

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

 

El poder de la maldad, a juzgar por los hechos que se suceden, camina en creciente. No entiende de razones, le basta cualquier evasiva. Nuestros sistemas educativos son incapaces de educar en los valores de la paz, con todo lo que eso conlleva de equilibrio y sensatez. Se educa desde una visión más individualista que comunitaria, generadora de egoísmos, bajo un pensamiento único, incompatible con el respeto a la diversidad. Cada día son menos las personas que, incondicionalmente y sin nada a cambio, están dispuestas a prestar, parte de su tiempo, en realizar algún tipo de obligaciones sociales, aunque la sensación sea bien distinta, por la proliferación de tantas ONGs. Considero que algunas/bastantes funcionan más como empresa de trabajo, para sus fundadores y simpatizantes, que como entidad de acción solidaria o caritativa en favor de los necesitados.

Cierto. Nadie se hace malvado de pronto. Se instruye para la malicia, abecedario que se ha hecho costumbre de tanto usarla, y se construyen rascacielos vengativos, siempre impermeables a la reconciliación. No hay malos aires, ni malos vientos, no hay más que atmósferas viciosas que todo lo envician, ideólogos dispuestos a llevarnos a su redil, familias que se sacan los ojos unos a otros, ancianos que se abandonan antes que a un perro, justicia que no repara y cárceles que no reeducan a pesar de altísimos presupuestos asignados, personas con responsabilidades más irresponsables que nadie. Este mezquino actuar, tan permisible, nos llevará más al fango que a la consideración por la persona. De nada sirven los códigos éticos, tan puestos de moda hoy; porque, en realidad, son a veces de una intransparencia palpable y, en otras ocasiones, de un incumplimiento total. Se olvida que la mayor de las transparencias es la de predicar con el ejemplo y ejemplarizar actitudes. Tampoco existen los tiempos malos, sino asistencias diabólicas que desquician y resistencias malvadas, que no dejan de ser fuerzas cobardes, pero que siempre están al acecho.

Visto lo visto, convendría ser mejor lector del libro de la vida, todos leemos intencionadamente mal en las hojas del mundo, y así resulta complicado poner remedio a tantos males. Andamos más perdidos que hallados en el buen decir y hacer. Algunos políticos, con baja altura de miras, contribuyen a ello. Todo a golpe de rebuznos. Nos quieren poner invertidos, patas arriba y con la cabeza baja. Sí señor. Lo que usted diga, Señoría. Del nacional catolicismo pasamos al nacional islamismo (los colegios de Andalucía, Canarias y Aragón serán los primeros en impartir religión islámica) y de la división de poderes a la divisa del poder enmascarado. La cosecha de políticos a los que les queda grande el puesto es abundante.  

Todas estas perversidades y otras que no se cuentan, porque dan repelús al alma,  como puede ser la vida padre que se dan algunos políticos enriquecidos de la noche a la mañana, reavivan la maldad y hacen irrespirable la vida. Las mentiras que parecen verdades hacen más daño. Se daña la confianza. Se dice que el verdadero mal para el hombre no es tanto el que sufre, sino el que lo hace, que hace que los instintos más brutales, broten. Cultivar maldades es como cautivar dolores. El virus del dolor está ahí, contagiándonos más pronto que tarde. La cresta de odios tiene alas, despluma conciencias y nos aplana ilusiones. Perdida la ilusión, todas las batallas se ganan.