Algo mas que palabras

Ante el ojo del alma; el alma de la juventud

Autor: Víctor Corcoba Herrero

 

 

Las cicatrices en el alma son más difíciles de curar. Eso de vivir de rodillas, atados a vergonzosas servidumbres, mata toda paciencia. Difícil arreglo tiene la crecida de torturas en el mundo si se desprecia la vida y no se aprecia al hombre por lo que es, ni se salvaguarda la unidad del género humano. Arduo perdón tiene el menosprecio. La espiral de destrucción requiere, con urgencia, formación humana e instrucción de respeto recíproco, antes que la bomba de odio nos explote en la propia mano.

El mundo de las globalizaciones y de los muros está ahí, el de las uniones interesadas y el de los amores imposibles, por eso nos interesa recuperar razones que nos ilusionen y abandonar prejuicios que nos motiven hacia el desacuerdo. El mal de nuestro tiempo es la desigualdad entre los unos y los otros, la ensortijada superioridad en el hocico de algunos que no pasan de cerdos y el apego a los palacios del que quiere ser servidor. Pienso que debemos poner en el centro de todo proyecto a la persona humana con su dignidad (omitida tantas veces) y derechos fundamentales (incumplidos otras tantas), replantear la cuestión del verdadero sentido humano, el del bien común. 

Podremos ser capaces de construir el avión comercial más grande del mundo en Europa, acortar las distancias entre territorios, avanzar científicamente, pero si perdemos la confianza en la persona humana somos como un barco a la deriva. De nada nos sirve si la paz mira para otro lado y la concordia para el desprecio. Menos mal que un informe reciente presentado por la Directora General del Instituto de la Juventud (INJUVE), nos inyecta algo de esperanza. Nuestros jóvenes, aparte de estar enganchados a las nuevas tecnologías, también lo están a la vida. Ya se dice: vivir es nacer a cada instante. 

Los jóvenes españoles no manifiestan grandes preocupaciones vitales, salvo las propias de encontrar trabajo y poder comprarse una vivienda, aunque su grado de optimismo y felicidad ante la vida es alto. Zapatero no les falles. Está bien eso que la vida para ellos sea esperanza permanente. Confiesan que las causas de su felicidad se deben, fundamentalmente, a la armonía de sus relaciones interpersonales con los amigos, la pareja y la familia. También nos dan otra lección a los adultos. Se identifican fundamentalmente con su pueblo o ciudad, o sea con sus raíces, poseen un sentimiento nacionalista dual y moderado, se consideran en general tan españoles como de sus comunidades respectivas. Ellos sí que saben. De mayor quiero ser como estos jóvenes: puro encanto. Son el ojo del alma, en el arte de evitar tristezas, porque el alma de la juventud, todo lo aviva, mientras vive. Que dure mucho.