Sobre la pose cristiana natural

Autor: Rafael Angel Marañon

 

 

Siempre que se habla del verdadero estado de ánimo del cristiano (la alegría por el don de la salvación y del Espíritu Santo) se entiende que este ha de ser dicharachero jocoso y hasta facundo. 

Sin desechar las ventajas de contar con un buen humor natural, debemos entender que solo la confianza en sí mismo, de estar haciendo y sintiendo espiritualmente lo que se debe, es lo que proporciona la serena alegría del que ya vive en otra esfera de la realidad y del pensamiento.

No debe confundirse peligrosamente la expresión (mayormente silenciosa) de la dicha de la salvación, con el tosco aplomo del insolente hecho a base de desvergüenza y de falta de consideración. La reflexión y la seguridad de estar en la onda correcta es lo propio del cristiano bien instruido.

Desgraciadamente los cristianos tenemos muy poca propensión a instruirnos sobre los maravillosos misterios del Espíritu, por más que lo disfracemos con obligaciones que, decimos, hay que atender para dar gloria a Dios. Es un error usar la facundia maciza, que hace depender todo de la simpatía y el halo natural que el simpático provoca en los que le observan.

La verdadera “pose” del cristiano es la irreprochabilidad de su conducta, haciendo gala humildemente de una serenidad y de una comprensión que, lógicamente, resultará poco común a los demás. Naturalmente llamará la atención hacia el individuo que la posee y posteriormente hacia la doctrina que sostiene tal cortesía y equilibrio.

Esto es muy difícil en un mundo en donde el descaro, la osadía y la grosería prevalecen en las relaciones humanas, pero el cristiano debe conservar una serena cortesía y prudencia, aun en circunstancias en las que los que le rodean, hablasen o procediesen de tal manera que parezca adecuado emplear un lenguaje o actitud algo acre o vivo.

El cristiano no debe permitir que los extravíos de los demás en actos y palabras modifiquen un ápice su moderación, sus maneras y comportamiento.

Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. 1ª Pedro:3

Por tanto la consciencia de tu irreprochabilidad cristiana, la expresión ponderada y equilibrada y una recta objetividad en el trato hacen posible una libertad reconocida y una confianza en tu criterio por parte de los demás.

Las gentes no hacen lo que deben, pero admiran al que poseído de una convicción ejemplar, persiste en su mansedumbre e independencia y hacen que los demás aprecien tales cualidades.

El respeto se hará notar y el testimonio cristiano brillará con pocas palabras, pero tremendamente eficaces solo por consideración hacia el que las pronuncia. De ahí al testimonio hablado ya está salvada la mayor parte de la distancia. Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno. Colosense 4:5,6.

El apóstol Santiago también amonesta con amor a los que sintiéndose cristianos descuidaban su vocación y poco se diferenciaban de los demás. Se confesaban cristianos pero su vida no encajaba con sus palabras tan vez demasiado repetidos, así como sus hechos no muy concordantes con lo que predicaban.

Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 

Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos... Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. 

Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Santiago 1:19 y ss.