Murmuración

Autor: Rafael Angel Marañon

 

Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.

Mateo 12:36.

 

Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, ¡oh Jahvé! tú la sabes toda.

Salmo

 

 

Uno de los pecados más desastrosos para la vida cristiana y más  perjudicial para la evangelización es la MURMURACIÓN.

 

Alguien puede alegar que no es para tanto ya que las palabras se las lleva el viento. Efectivamente las palabras buenas se las lleva, no solo el viento por sí, sino por mandato del diablo. La buena palabra no le conviene al maligno porque le resta súbditos y se los añade a Cristo. Por eso la detesta. La mala en cambio le retiene la “clientela” y además sirve para dañar el testimonio cristiano de muchas maneras.

 

El principio de la murmuración es el juicio inmisericorde que hacemos de los dichos y hechos de los demás, aunque a veces lo revistamos de compunción externa por una desgracia o pecado de otros, que nos complacemos interiormente en exhibir.

 

Es chocante, si no fuera corriente, el rigor con que juzgamos las acciones ajenas y lo mal que aceptamos que se hablen de nosotros cosas mucho más baladíes e inofensivas.

 

No deberíamos quejarnos de murmuraciones sobre nuestras personas. Si dicen mentira no nos debe afectar, sino que debemos procurar presentar mejor talante en lo que se nos critica; y si es verdad con más razón debemos enmendarnos para no dar lugar a estas apreciaciones que los demás hacen de nosotros.

 

De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro. Proverbios 22:1. Y en Eclesiastés se dice: La buena fama es mejor que el buen ungüento. Esta buena fama se debe al buen testimonio cristiano y no a la alabanzas mundanas que ciertamente no son amigas de estimar la conducta del fiel.

 

Y es gran tontería en el terreno espiritual hacer caso de las cosas que se dicen por causa de tu vida cristiana. Es como si un cojo se riera de alguno porque el tal no cojea. El que tiene el defecto es él y no el que no cojea. De igual manera es bobada y necedad manifiesta no aceptar lo que de mal se dice de nosotros, calumniándonos y reprochándonos nuestro buen andar, porque no “cojeamos” de los mismos vicios y obras de los que nos critican. Y ved que dice Jesús de esto: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Mateo 5:11.

 

Pero si es necedad por parte del cojo reírse del que no lo es, mayor es aun la del que anda cojo por tal de que no se ría el cojo de él. Y vemos que hay quienes para que no le reprochen sus costumbres cristianas no hacen el bien que deben, sino que se adaptan a los usos y referencias paganas por tal de recibir aceptación o por lo menos no ser despreciados. Así pues, no debemos quejarnos de chismes que se digan sobre nosotros, ya que Dios mismo pone a los enemigos para que nos señalen faltas que nosotros o no percibimos o no queremos percibir.

 

Es misericordia de Dios que los enemigos nos señalen nuestras faltas y así darnos ocasión de enmendarlas y mejorar nuestra relación con Dios y con el prójimo.  Porque somos poco prudentes (y a veces demasiado) en nuestro andar en Cristo, es por lo que Él nos proporciona enemigos que nos señalen nuestras faltas con sus críticas.

 

Es bueno que los enemigos se ocupen de este oficio y así sirven a Dios sin quererlo ni saberlo, pues nuestros amigos no osarán hacernos reproches sino que por ser amigos lo harán (si lo hacen) con muchas suavidades y cautelas para no perder nuestra amistad. Los enemigos aunque por su odio a lo bueno exageren nuestras faltas nos proporcionan una información de nuestro andar que nosotros no percibiríamos si no fuera por estos enemigos que nos lo echan en cara y nos obligan a pensar en ello.

 

De Cristo se dijeron las mentiras más inmundas según se señala en las Santas escrituras ¿y tu quieres que en tu vida cristiana que ni siquiera se acerca a la limpieza e inocencia de nuestro sacratísimo señor no haya nada que decir? ¿Es el discípulo mayor que el maestro?

 

Quieres gustar a todo el mundo y debes saber que el que quiere contentar a todos no contentará a ninguno. Si buscas aplauso a tu vida cristiana estás en un error y el transcurso de tu vida te lo mostrará. Si de tí no se dice nada en contra por causa de tu conducta cristiana, ponte ante el señor Jesús y analiza. Verás que eres más del mundo que de Cristo. Es la hora de rectificar.

 

Atiende a esta admonición de la Escritura : Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; 2ª Timoteo 3:12. Si esto es así (y así es) ¿a que vienen quejas y quebrantos por murmuraciones que ningún daño te pueden hacer, sino darte un mayor mérito ante el Señor?

 

Procura tú, que amas a Cristo, que de tu boca no salga nada que pueda herir a nadie. Si algo tenemos que decir sea con buen ojo, porque nadie conoce lo que guarda el corazón humano y no somos tan limpios que podamos presumir de ser lejía para las faltas de otros. Pon en orden tu vida que ya es un trabajo suficientemente intenso y no te ocupes de los pecados de otros.

 

Puede ser y así sucede que nuestras murmuraciones hagan asquear al que se acercaba a Cristo y se vuelva del camino que había emprendido a causa de nuestras murmuraciones. Es lo que se llama la contraevangelización. ¿Te has mirado tú atentamente? ¿Tan justo te estimas para criticar a diestro y siniestro? Y por causa de tu murmuración (concedamos que de “buena fe”) se perderá aquel por quien Cristo murió y que estaba bien encaminado hasta que tus palabras le volvieron atrás.

 

Cada uno dará cuenta de sí mismo y no te condenará o exonerará Dios por lo que otros digan o hayan dicho de ti, sino por lo que encuentre en tu conciencia, que es tres cosas a la vez, testigo, fiscal y juez. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. 1ª Corintios 4:5

 

En cuanto a los dichos de las gentes, no pretenderás ser más que tantos hombres de Dios que sufrieron cruentas persecuciones por dar testimonio de Dios; nuestro mismo señor Jesucristo sufrió afrentas, contradicciones, calumnias etc. y hasta muerte de cruz por mantenerse fiel hasta el fin. ¿Hace falta, hombre cristiano, que te mencione nombres de innumerables testigos de Dios que dieron su vida por andar el camino de Dios?

 

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.  Carta a los hebreos 12:1. Fijémonos bien y meditemos en los dos conceptos que se ofrecen en este texto: de todo peso; y del pecado.

 

¿Y que hacían los apóstoles y con ellos María, la inocentísima y santísima madre de Jesús, sino orar en oculto por causa de la persecución de los malos? ¿Y tu pretendes, llamándote cristiano, llevar una vida muelle y libre de habladurías y murmuraciones?

 

Ten pues misericordia de los malos, porque recibirán eterna condenación, y alégrate de que tú marches por el camino de la vida. Todo por la sola misericordia y la potencia del Espíritu de Dios hasta la gloria prometida; porque que es seguro que Dios no miente. Que eso nos baste y nos regocije.