La vida

Autor: Rafael Ángel Marañón




-La vida es sueño- La vida es un tango- La vida es un pasar- La vida es un camino para otro que es morada sin pesar- La vida es un infierno- La vida es milicia... Tantas denominaciones de la vida hay como percepciones subjetivas o situaciones personales.

Hoy vivimos (en realidad desde siempre) rodeados de un sin fin de agitaciones, tanto personales como sociales, en una proporción y vastedad como nunca antes se había conocido.

Los medios de comunicación ponen al alcance de cualquiera y casi en cualquier lugar todos los eventos y agitación que suceden casi en tiempo real. Esto con ser tan interesante es una fuente continua de desasosiego y falta de vigencia, inseguridad, y angustia. El consumo de tranquilizantes y fármacos de la más distinta especie es normal en cada hogar y los tranquilizantes de toda clase pueblan abundantemente nuestras botiquines.

Se habla de colonización, de liberación, de derechas de izquierdas, se miente, se producen los más atroces crímenes, se acusan unos a otros y parece a todos que una mano siniestra se maneja con saña para agitar un mundo deseoso de paz, pero sin embargo agresivo y cruel.

El temor a lo que puede sobrevenir en un momento inesperado, a una prevalencia de signo político contrario, a la amenaza nuclear, el terrorismo, las trifulcas culturales, al maremagno del pensamiento humano y tantas situaciones como se presentan diariamente ante los ojos de los humanos, provoca inexorablemente una paranoia extrema que se traduce en una agresividad y recelo mutuo que impide un progreso estable y benéfico.

Por otra parte tan pronto como una sociedad sale de su precariedad, escasez o amenaza ostensible, se produce una corrupción inmediata y las desigualdades desde la abundancia se hacen más notorias y sangrantes que las que se producen cuando la escasez es más repartida.

Cierto es que la desigualdad no es erradicable por medios humanos. La ambición es el único motor de progreso que el ser humano concibe y, por lo tanto, el que no participa de esa filosofía se encuentra como cabaña de melonar, arruinado y maltrecho, solo e incomprendido, cuando no agredido si su posición frente a estas filosofías es en cierto grado notoria.

Con la excusa de ayudar a los más desfavorecidos sea naciones pueblos o personas se hacen los más inicuos negocios, apelando a la conciencia dormida o tocada por los malos comportamientos reconocidos que toda persona lleva dentro de sí.

A medida que aumenta la riqueza aumenta también la soberbia, la jactancia y el sentimiento de superhombre que se nota en las naciones más favorecidas. En las que están a la cola del progreso o la riqueza, se levanta una ola de odio hacia las que por su técnica, civismo o cualquier otra circunstancia favorable gozan de prosperidad y bienestar.

Todo es tan volátil, todo tan pasajero, que el hombre no halla tranquilidad y nadie está conforme con su situación. Es la constante humana. No estar nunca satisfecho y en paz.

Cuando Adán decidió comer del fruto del Árbol de la Ciencia , desalojó a Dios de su corazón y lo sustituyó por su propio gobierno. Adán conocía el mal desde el bien y estaba a salvo mientras permaneció bajo la protección de Dios. Su confianza era su seguridad. No había desazón que lo acosara, ni temor que lo espantara. Dios estaba en el huerto todos ,los días para hablar con él y aquello era absoluta paz y felicidad.

Desde entonces Adán conoció el mal desde el mal y el hombre tomó en sus manos la dirección de su vida. A partir de ahí se agita tratando de llevar una carga demasiado pesada para sus débiles hombros. Las mentes están enfermas como vemos cada día. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Isaías 1:5. No hay necesidad de ir a un centro de asistencia siquiátrica para ver las angustias que se incuban en la mente enferma del hombre, de sus pesadillas y de sus horrores.

No es nueva la situación, aunque alguno quiera ignorarlo o por su ceguera lo desconozcan. Siempre ha habido la misma situación de desigualdad, porque la enfermedad aflige a toda una humanidad doliente, sea en el fondo de una selva o en el centro de las más modernas ciudades.

Los sistemas políticos no dan con la solución y todos han fracasado o están fracasando. Esa es una realidad patente. Se ha prescindido del Príncipe de la paz, El Cristo vivo que es sostenedor de todo con el Padre, y el instructor perfecto para todo asunto.

El hombre se ha creado su propia soledad y se desespera al no conseguir lo que tanto anhela. Felicidad, paz, y vigencia de las cosas. Y su pensamiento corrompido le lleva a los más vergonzosos extravíos de los que no podrá salir jamás sin la mano y el poder bienhechor de Cristo

Los cristianos se arredran ante las situaciones que contemplan y en las que ellos mismos (reconozcámoslo) también participan de alguna manera, pero es porque no han comprendido o ignoran las palabras terribles de la Escritura.
Sabemos
que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno
. 1 Juan 5,19. Si sabemos esto ¿a que viene esa sorpresa de que las cosas anden así?

Todas las siniestras fuerzas que obran ocultamente y que todos presentimos, no son ni más ni menos que lacayos del principal opositor de Dios. Hábilmente disfrazado de ángel de luz. 2 Corintios 11,14, o presentándose con cuernos y tridente hace que los hombres no fijen su atención sobre él sino que vean solamente otras potencias subalternas. El diablo es muy inteligente y astuto. La inteligencia de la maldad.

El cristiano que quiere vivir la vida eterna, que Dios da por Cristo, ha de entender estas cosas claramente para saber que al fin y al cabo solo Cristo salva, y solo siguiendo sus sanas instrucciones experimentará su protección y su vida. Los señuelos del diablo no tienen operatividad sobre los que siguen fielmente a Jesús. Hasta la muerte pierde su aguijón.

Dejemos pues las cosas de niños y andemos como adultos poniendo la mira en las cosas del Cielo y no en las de la tierra. Dice Jesús. El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no pasarán. Lucas 21,33..  Escuchemos a Cristo y andemos en paz. El mundo es para los mundanos.

Para terminar, un poema.

 

LA CHARCA

 

Un gorrino en su charca se bañaba

Con épico y sonoro regocijo,

Y tanto más se hundía en el amasijo,

Más a gusto el marrano se encontraba.

 

Pasando un corderito por el pago

Se apartó del lugar, porque temía

Manchar la blanca lana en porquería

Que hubiera su albo manto mancillado.

 

Tozudo el sucio cerdo le espetaba

Con cólera y gruñido impertinente,

Que entrara en aquel charco pestilente

Y el légamo, con él, también gozara.

 

La tierna, limpia y blanca corderilla

Así dijo al gorrino encenagado:

No quiero reposar ahí a tu lado

Y no voy a acercarme ni a la orilla.

 

Tu gozas en el lodo maloliente

Pues eres sucio por naturaleza,

Yo retengo en mi cuerpo la limpieza

Y no quiero ensuciarme, aun levemente.

 

Así también nosotros, por su ejemplo,

Debemos mantener nuestra limpieza;

Al cerdo desecharle en su impureza

Y hacer de nuestro cuerpo un limpio templo.