Admoniciones 

Autor: Rafael Angel Marañon

 

 

La paz de Dios no es alegría mundana por la consecución de objetivos carnales. Es más bien la convicción de que estamos dentro de la voluntad de Dios, y de que nuestros pensamientos y actos son rectos y están continuamente bajo la mirada de Dios y de sus bendiciones. Así dice muy bien el profeta:Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3. Si nuestro mayor bien y nuestro único honor, es agradar a Dios en todo, también todo discurrirá de forma que aun en los peores momentos de nuestras vidas veremos la mano misericordiosa y amante de Jesús, el Cristo para consolarnos y animarnos. Así dice la Escritura: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. 2ª Corintios 1:3,4.