Admoniciones 

Autor: Rafael Angel Marañon

 

 

¡Siempre el juicio! Siempre la crítica! ¡Siempre el rigor... para otros!  pero no para nosotros. Cuando miramos hacia la tierra no vemos nada más que tierra y por lo tanto solo vicios y faltas en los demás. Cuando miramos arriba a las estrellas vemos estrellas hermosas y rutilantes. Las glorias venideras preparadas por nuestro benigno Señor.

Dice el apóstol Pablo: Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

 ¿Como nos permitimos juzgar (¡y como juzgamos!) que es oficio de Dios y no nos miramos a nosotros mismos? ¿Que es ese mendigo que está borracho y lleno de vómito y que tanto nos desagrada? ¿Ese...  soy yo si no fuera por la misericordia de Dios. Tengo su misma naturaleza carnal.

Dios nos ha dado salud espiritual, conocimiento de su voluntad y su obra, y nosotros nos pavoneamos de ello en vez de bajar los ojos con humildad y agradecer los dones que no contrastamos hasta que vemos algo así que nos estremece.

Pablo añade sobre esto: ... para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito... Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?