Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon

 

 

Todo pecador se ofende a Dios por causa de su caída ante los deleites y las tentaciones externas, pero el soberbio se enfrenta cara a cara y con gran desacato. Los vicios son fuertes y derriban a los hombres ya que provienen del viejo hombre y este se resiste a morir. Pero luchando y despojándose de este enemigo se puede, mediante arrepentimiento, restituirse ante Dios. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad verdaderas. Efesios 4:22 y ss. El soberbio se jacta de su propia virtud y se hace aborrecible a Dios, usurpando su honor y su poder, haciéndose a sí mismo un pequeño diocesillo que tiene vida espiritual propia e independiente. Lucas 18:10. El fariseo que oraba junto al publicano a pesar de su petulancia y justicia propia, al menos daba gracias a Dios.

No obstante y a pesar de las virtudes del fariseo, virtudes envidiables y de rectitud notable, no le justificaron tanto como el arrepentimiento y humillación propia del publicano