Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon

 

 

Efectivamente no podemos pasar por alto las dificultades y los trances que hemos de pasar los cristianos en el ejercicio de nuestra vocación. No faltan detractores y enemigos. Pero estos pesares y contratiempos son puestos en la copa de gloria que se nos está reservada. El apóstol decía: Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. 

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Despues de todo esto ¿Que importa lo que el mundo pueda ofrecernos tanto de placeres como de pesares? Dios mismo es nuestro galardón. ¿No tenemos suficiente?

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Romanos 8:18.

Por tanto en nuestra lucha pacífica en pro de la justicia, la equidad y la liberación de todo ser, no olvidemos que a pesar de nuestras tribulaciones y trabajos para el Señor contamos con la seguridad de las palabras de Las Santas Escrituras que desde milenios nos animan a seguir la ruta, sean cuales sean las dificultades y hasta las caídas. Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Romanos 15:4.

Cristo reina en nuestros corazones. Nada, pues, puede salir mal. Todo lo dejaremos en sus manos y Él sabe bien lo que debe suceder en cualquier empresa o trabajo que hagamos para él.