Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon

 

Hay una clase de integridad personal que muchas veces es solo apariencia.
No es sino una terrible soberbia estrechamente ligada a la hipocresía, aun
siendo esta inadvertida. Se predica muchas veces la moralidad y
frecuentemente (a la par) se mantiene un desmesurado orgullo. Todo eso
primorosamente envuelto en una pose de mansedumbre tiránica, sorda y
beligerante bajo el pretexto equivocado de que así se sirve mejor al Señor.
Lucas 18:9-14. Seamos comprensivos y compasivos ayudando a los débiles.
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas. ¿No tenía Jesús
motivos para ser orgulloso? Y fue el más humilde de los hombres. 
Aprendamos siempre de Él.