Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon



Debemos vernos a nosotros mismos como inferiores a los demás y esto es algo grandioso. Filipenses 2:3,4. Pero: ¿quien se estima así ante otros? Cuando vemos a tantos que se arrastran por el barro del pecado, hasta llegar al total envilecimiento, tendemos a pensar ¡qué asco! Pero si caemos en la cuenta de que nosotros somos (y hemos sido) ante Dios peor que ese desgraciado al que juzgamos, entonces nos acompañará la sincera humildad. Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia... Isaías 64:6. De ese infierno y otros de su misma jaez espiritual hemos sido rescatados por la sangre de Cristo. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jahvé,  Isaías 42,18 ¿Como habrá de decírnoslo el Señor para que lo entendamos en toda su profundidad? ¿Tendrá que decir eso de nosotros?