Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon



No pretendas conocer los misterios de Dios con violencia de estudio, pues solo serías un erudito sin espíritu. Solo campana cascada que únicamente suena bien en el ambiente mundano. De nada sirve que aprendamos toda ciencia si no es asimilada con el favor del Espíritu. Pero el hombre natural no  percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 1ª Corintios 2:14.

Si sabes poco, ponlo por obra y esta misma operación te aumentará el deseo de saber y crecer más y te dará la capacidad para buscar y encontrar lo que Dios, maravillosamente amoroso, provee para tu relación correcta con Él. Romanos 12:2.

Se dice que «la función crea el órgano». A medida que vayas poniendo por obra lo que aprendes de Jesús verás como se abren amplios horizontes, en donde el Espíritu te proporcionará visión y pastos ricos de su propia naturaleza.

Puedes saberte de memoria todos los libros que quieras (sagrados, filosóficos, sociales, etc.), y tener una imparable capacidad dialéctica. Todo eso no es nada más que vanidad, si antes no la acompañan las virtudes del amor y la humildad. En la esfera espiritual no valen nada y hasta pueden ser cauce o camino hacia la condenación. En cambio el pensamiento y, como consecuencia, la conducta humilde y recatada, es de grande estima delante de Dios.