Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon




No debemos despreciar los pequeños detalles que dicen mucho para los creyentes que nos miran y más aun a los incrédulos que nos escrutan. Todo cobra gigantescas dimensiones si se hace con amor. Los gestos grandielocuentes tienen menos ejemplaridad que los pequeños actos de amor genuino que no busca admiración ni aplauso de nadie, sino solo el agrado de Dios: ...para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz... Colosenses 1.

Así pues si hacemos obras buenas solo para quedar bien y que sepan todos lo piadosos que somos, estamos errados y somos los más bobos de los hombres. 

Es solo a Dios a quien tenemos que contentar. Si nos esforzamos en ello, es todo lo que hay que hacer. Y el Santo Espíritu de Dios tiene cauce a través de nosotros para hacer su magna obra.