Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon

 

 

Cuando dás o compartes bienes de este mundo, piensa que te haces más favor a tí que al que ayudas en su necesidad.. Más aun en las ayudas espirituales. Hechos 10:1,2,3,4. Tu dádiva, si es de corazón puro, es atesorada en el Cielo y queda a buen recaudo esperándote. Lucas 6:34,35. ¿Para qué atesorar riquezas en esta pasajera vida, cuando es tan ligera y pasa rauda hasta morir? Deja que Dios te lleve. Descansa. Y espera tranquilo en Él.

Sé buen negociante. Ponlo todo en el tesoro del Cielo y allí nadie te lo podrá disminuir ni arrebatar. Los intereses son altísimos según la promesa del Jesús. Mateo 6:20. El cristiano que anda en ansiosa búsqueda de riquezas en este mundo corrompido que se deteriora cada vez más velozmente, imita a Baruc cuando en medio del anuncio de la destrucción de Israel quiso medrar, y como a Baruc merece que se le diga Y ¿tú buscas para tí grandezas? Jeremías. 45:5.