Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon

 

 

En las cosas que atañen a nuestra salvación eterna y a nuestra relación con Dios, el elemento clave es, ni más ni menos, una cuestión de confianza. Se nos pasa el tiempo como ave que vuela y nosotros, con nuestras dudas y desconfianzas en la instrucción de Dios, no podemos obstener los sabrosos y suculentos frutos de la paz y la seguridad en el Señor. ¡Confianza! 

Cuando Cristo hablaba a sus discípulos les constreñía para que confiasen en que sus palabras eran verdaderas y que su obediencia a ellas era para su perfecto bien. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33.

Siendo esto así, como verdaderamente lo es ¿No es lo más inteligente (y agradable a Dios) que estemos prevenidos y, en medio de la aflicción del mundo, “en este valle de lágrimas” echemos mano de estas palabras que nos consuelan y advierten de antemano y señalan nuestros caminos hacia el Cielo?