Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon

 

 

A veces olvidamos que somos, por nosotros mismos, menos que nada ante Dios  y sí muy merecedores de muerte eterna de la que hemos sido liberados y redimidos por la obra de Jesucristo.

Es por ello que nos hemos de mostrar pacientes y dispuestos a recibir y dar a los hermanos, la explicación que sea pertinente tras un malentendido. Volver la espalda ofendido y urdir no querer saber jamás nada del hermano que creemos está errado, no es amor cristiano. Como decía el apóstol Pablo: Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos.2ª Corintios 10:12.

Hay que pedir aclaraciones a los hermanos cuya conducta nos parezca incorrecta. La mayoría de las veces una explicación somera y sencilla por parte de cualquiera, es suficiente para que comprendamos que la obra de aquel hermano no estaba tan mal y muchas veces era mejor que  muchas de las nuestras.

Y si hay pecado, procurar que rectifique haciéndolo con amor y mansedumbre porque más nos ha perdonado Dios a nosotros.

¿Que no? Haz la cuenta despacio y verás claro.