Admoniciones 

Autor: Rafael Ángel Marañon

 


El cristiano exigente que se examina a sí mismo con honradez y bajo la luz del Espíritu, nota dentro de sí muchas cosas que le espantan. Pensamientos, reacciones, impulsos etc. En cambio un hombre que se contempla perfecto, nada sabe de sí mismo ni de su relación con Dios. El humilde lo es porque reconoce con claridad que todo lo que tiene es prestado y que debe utilizarlo bien, pues Dios le ha orientado y dirigido por Su Palabra. Siempre estima que sus esfuerzos, por muy grandes que sean, no son suficientes y todo lo pone, en fracasos o logros, bajo la mano del Señor. Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. Apocalipsis 3:8.