Admoniciones 

Autor: Rafael Angel Marañon

 

 

Siempre se habla de «sabios distraídos» y precisamente porque son sabios, es por lo que son distraídos. Ellos se concentran sobre lo que es su pasión y meta, y se descuidan de las cosas torpes y banales en las que tantos hombres, vacíos y ramplones, se ocupan.

San Pablo, con ser tan activo, viajero y sabio,  decía: pero una cosa hago: olvidándome de lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13,14.  Y esa es nuestra dirección inmutable, y la que nos proporciona seguir el camino correcto que además nos otorga (en la humildad) la constatación de una superioridad moral.  

¿Hacemos obras dignas de nuestra vocación y llamamiento? Si creemos de verdad, sí que las estaremos haciendo. Él lo prometió. La ley, tanto ceremonial como de cualquier otra acepción en que se la quiera dividir periclitó con Cristo en la cruz: anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, eliminandola y clavándola en la cruz. Colosenses 2:14. Ahora debe ser el amor, el que presida nuestra vida cristiana. Y eso es lo que deberán notar los incrédulos en la Iglesia de Dios.