Apostasía y Retribución

Autor: Rafael Ángel Marañón  

 

Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente;

Sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción

Y quebrantamiento hay en sus caminos.

     No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos;

Sus veredas son torcidas;

Cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz.

    Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.

     Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a mediodía como de noche;

 Estamos en lugares oscuros como muertos.

     Gruñimos como osos todos nosotros,

Y gemimos lastimeramente como palomas;

Esperamos justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros.

     Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti,

Y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros;

Porque con nosotros están nuestras iniquidades,

 y conocemos nuestros pecados:

     El prevaricar y mentir contra Jehová,

 y el apartarse de en pos de nuestro Dios;

 El hablar calumnia y rebelión,

Concebir y proferir de corazón palabras de mentira.

     Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos;

Porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir.

     Y la verdad fue detenida,

Y el que se apartó del mal fue puesto en prisión;

Y lo vio Yahvé, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho.

(Isaías  59:7).

 

¡Que horrendo catálogo de maldades describe Isaías en sus profecías! Profecías que no son solo vaticinios. Es penoso, y debe hacernos pensar, a los que decimos creer en las palabras y la persona de Jesús.

La forma de proceder de los antiguos habitantes de Israel, es hoy la de los que viven en unas naciones que se dicen cristianas.  Es cierto que no cesan de aparecer hombres y mujeres que aún se sustentan del llamado de Dios y de su unción especial. De su vocación. Aún quedan los que el Señor ha señalado, para que nunca falten sus adoradores fieles que, aunque parezca a veces que nos desanimamos por nuestra flaqueza y pequeñez, somos su testimonio, y así decimos con el apóstol: si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. (Hechos 14:17).

Hay muchos sustitutivos pseudoreligiosos y se están empleando a modo, y no solo eso, sino que hay un gran interés en desacreditar el cristianismo por cualquier medio. Cualquier conseja que lleve pátina misteriosa y ocultismo en ciernes, es bebida por las gentes como agua, en el interés de destronar a Dios de la manera que sea.

El esfuerzo de cualquier cristiano, al no hallar el nudo de la cuestión, el diagnóstico que permita curar el mal, es echar mano de las cosas segundas; de las cosas que están prácticamente fuera de la espiritualidad necesaria, para ser vencedores, y no estar por el suelo la mayoría de las veces.

No salir a la palestra conociendo que… Dios quiere se adorado  en Espíritu y en verdad… y no actuar en consecuencia, sino acoplarse a las cosas del mundo, es ocuparse de las cosas segundas (que decía el propio Ratzinger) y no de lo que verdaderamente trae a la tierra el fuego como dijo el mismo Jesús: Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido? (Lucas 12:49).

El dicho de “nadie es perfecto”, es la coartada usada para ejecutar toda clase de malas obras. Como en tiempos de Isaías, el pueblo de Dios hoy, que debería ser el ejemplo, como deberían haber sido los israelitas de aquella época, también está fluctuando: En esa situación Elías el gran profeta dijo a todo el pueblo a grandes voces: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Yahvé es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. (1 Reyes 18:21).

Aquel pueblo apóstata aun tenía vergüenza y no respondió. Eran malos, sabían que habían renegado de Dios, continuaban en la negación de lo obvio, y tuvieron que suceder los acontecimientos que siguieron a tal situación espiritual. Pero ellos prefirieron la inercia de sus comodidades, y la connivencia temerosa a los enemigos de Dios.

Hoy ya no hay vergüenza, y todos rivalizan en ir tras el dinero, las fábulas, los relatos y las invenciones que puedan poner en solfa, la realidad de una vida cristiana apropiada. Ser cristiano ferviente, se asimila a fanatismo, sin tener en cuenta que somos todos hijos de un bienestar y unos  derechos, nacidos y cimentados en una civilización cristiana.

El triste deporte de poner en duda la vigencia y verdad del Evangelio de Jesús, a cada truculencia esperpéntica que surja, atribuyéndole las más estrafalarias aventuras, y situándole en los más extraños lugares y fechas, no es ni más ni menos, que la advertencia de que nos precipitamos en el pozo profundo de la incredulidad. Como lamentaba el mismo profeta: ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y, sobre quién se ha manifestado el brazo de Yahvé?

En medio de sus apostasías, el pueblo de Israel, aun con todos sus pecados y rebeldías, todavía conservaba algo de respeto hacia el nombre de Dios, pero actualmente hay una indocta y general locura de filosofías, que lo niegan contra toda evidencia.

Como en aquellos tiempos, llegará el día de la retribución por las maldades, como llegaron por la soberbia de los hombres las terribles guerras del siglo pasado, justo azote merecido por tanta arrogancia y tanta negación y burla de la norma de Dios. Allí se hizo mbuenoel dicho popular de: “en las trincheras no hay ateos”.

También sobre la apostasía de ahora, que seguirá de mal en peor, vendrá también la vindicación de Dios, y el pago por esta soberbia rebelión: Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Yahvé. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti?

Habéis dicho: No vale la pena servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Yahvé el Señor? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.

Entonces los que temían a Yahvé hablaron cada uno a su compañero; y Él escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Dios, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho el Señor, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.

Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.

¡Que gran error está cometiendo esta humanidad! No solo hace caso omiso de Dios, sino que además se atreve con la insensatez del orgullo, y la confianza en sí mismos a burlarse de él y hasta agredirle con sus violentas palabras y juicios. No se conforman con el gran mal de ignorarle conscientemente, sino que además, no pierden la oportunidad de denigrarlo y de ofenderlo con palabras despectivas, y blasfemando su nombre.

¡Que gran lección para nosotros, y que gran responsabilidad llevamos a cuestas los que le queremos permanecer fieles y leales! Tenemos que hacer un esfuerzo que Él merece, para demostrar con nuestras vidas que somos fieles al llamado, y que a pesar de nuestras caídas y flaquezas, todavía somos la reserva de Dios. Los “siete mil elegidos” que no han doblado su rodilla ante los ídolos de este mundo, que son la filosofía de la autosuficiencia y la incredulidad.

Para nosotros está destinada la frase tan consoladora del profeta: Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho El Señor, y no les dejará ni raíz ni rama.

Mas a vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Yahvé de los ejércitos. (Malaquías 4:1 y ss.)

Que así sea

AMDG.