Amor de Padre

Autor: Rafael Ángel Marañón

 

 

"Porque de tal manera amó Dios al mundo,

Que ha dado a su Hijo Unigénito,

Para que todo aquel que en Él cree, no se pierda,

Mas tenga Vida Eterna" (Juan 3:16).

"Entrad por la puerta estrecha;

Porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición,

Y muchos son los que entran por ella;

 Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida

 y pocos son los que la hallan" (Mateo 7: 13-14).

 

 

Este filosofador y razonador siglo presente, no puede aceptar la realidad de la resurrección de Jesús de entre los muertos,, y el hecho de que es el solo y único boleto de entrada en el seno de Dios en franquicia y en gozo.

Es una realidad que a la razón humana, pervertida y materialista, solo le cabe en la cabeza los conceptos filosóficos que entronquen con el mundo material. Dicen que no pueden creer nada que ellos no comprueben, aunque ignoran la textura del universo y el por qué de los fenómenos que ocurren a miles de millones diariamente, y que el ser humano no puede asir ni comprender.

No entienden ni se paran a pensar, por ejemplo, como un gusano de seda se envuelve él solo en un capullo y cuando lo rompe, el mismo, sale convertido en una mariposa con sus alitas, sus antenas, y su figura completamente distinta a la del gusano que la dio la bella forma que ahora posee. Como se forma el embrión de un ser humano en un niño completo, ni en definitivamente el porqué de todas las cosas. Conoce a veces una minúscula parte del cómo, pero jamás sabe el por qué.

Nosotros creemos que Cristo murió y resucitó, y por ello somos los seres más felices de la creación. Murió por que como dice la Escritura "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios" (Romanos 3:23). Pecar contra Dios, el Creador y Sustentador, no es cosa baladí y que se puede ponderar fríamente. Es algo de trascendencia cósmica y solo mediante alguien que ofreciera una acción justificativa se puede anular.

La entrada en el seno del Padre eterno (de donde hemos sido apartados por el pecado) es una sola, y es la que él ha determinado desde la eternidad; Cristo. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Juan 10:7)

Dios ama a sus criaturas, pero no ama sus pecados. He aquí que ha provisto de un ser puro y sin pecado, para que con Cristo fuesen crucificados todos nuestros pecados con Él. Él cargó con nuestros pecados.

Así dice la profecía cientos y cientos de años antes de que se produjera: Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra árida; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías

El amor del Padre se manifiesta en Cristo, como prueba de lo que es Dios capaz de hacer por amor a sus criaturas. Cristo padeció pero ¿y el Padre? ¿qué del Padre? Profundo misterio que no está al alcance de la mente del humano.  No obstante Él nos creó y nos amó, dándonos libertad para que escogiéramos la senda a seguir. El camino de nuestra concupiscencia, o su camino.

Adán pecó, y del mismo modo que heredamos de él la vida y el ser, también heredamos su pecado y la tendencia a perpetuarlo. Aun eligiendo nosotros la rebelión, Dios nos ama a pesar de esto. Los que amamos a Dios hemos de tener muy presente el concepto y la realidad de que, nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. (Juan 4:19). Los que lo deprecian, o hasta lo quieren envilecer, deben saber que Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).

No es bueno insistir en lo que se sabe, y tampoco confundir la mente de los reluctantes. Es una pena que carezcan de los mejores dones de Dios pero eso ya no es cosa nuestra. Nosotros sabemos nuestro camino porque Cristo mismo nos lo señaló: "Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre sino por Mí." (Juan 14:6).

Solo hay una senda, y el que no la recorre no puede llegar al dichoso destino que habrá, para los que en este triste encierro que es el mundo corrompido seguimos a Jesús: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Ya salvos de condenación seguimos a nuestro pastor que dice: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos" (Juan 10:27-30).

Nosotros, que somos uno con Jesús por su Gracia, sabemos por sus mismas palabras que somos uno con el Padre, puesto que con Cristo estamos, y Él está en el Padre siendo con nosotros, sus ovejas, uno con Él.

Quiero cerrar con unas palabras que no cesaré de meditar y expresar: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:20).

Cuando Cristo llama y cena con nosotros, somos los anfitriones. Una vez en nosotros, es el dueño de nuestro ser y ya cenamos con Él nosotros, puesto que al ser dueño de la casa se convierte en anfitrión. Meditemos esto.

Y al que teme no ser recibido de Cristo dice Él mismo: "…y al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:37). Temer a Dios es mejor que estar siempre temiendo la llama de fuego de la ira de Dios. Acerquémonos a Jesús, el Cristo de Dios, y que las palabras estremecedoras que siguen no tengan vigor para el que lee este modesto trabajo, y aun resiste la Gracia de Jesús: "Allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 13:42, 24:51, 25:30, y Lucas 13:28).