Inmoralidad y familia

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Conozco a unas chicas preciosas, pero con una moral sexual de pena. No es que sean inmorales en solo unas facetas como la del sexo, que también, sino que también se constituyen en amorales en otros asuntos de más enjundia. Es normal que en esa edad tengan sus aspiraciones y apetencias, pero lo que ya chirría es que tengan en tan poco su decoro y su integridad. 

La sociedad hace un gobierno y este a su vez, interesado por destruir la familia, erogue leyes que chocan con los atavismos de las costumbres. Estas leyes aparentemente caprichosas, se han adoptado con el fin declarado de reventar y esparcir como la metralla de una bomba, los trozos informes de los restos de lo que significa la familia. Y no solo en el plano moral estricto que viene desde tiempos inmemoriales y remotos sino que hoy, y siempre es una demostración universal, la familia es el refugio de cada persona en los buenos y malos momentos. 

Ya el profeta decía hace muchos siglos refiriéndose a un ente siniestro y arrogante: Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley... ((Daniel 7:25)) Esa identidad de perversidad moral la hemos visto en otros tiempos y en otros sistemas, sin que su descomunal poder haya podido modificar los que los genes que cada ser humano lleva inscritos.  

¿A quien recurren los infortunados que no pueden trabajar, y que no pueden suministrar a las necesidades de su hogar? La familia es la que hoy está paliando, junto con Caritas, las carencias de millones de seres humanos en España, y que solo por su contribución a la paz y a su estabilidad social debería ser reconocida con honores y ayudas suficientes. La Iglesia, al honrar a la familia, solo hace dar carta de naturaleza a una célula de la sociedad que ninguna variante de “ingeniería social” ha conseguido romper. Como el auténtico amor, como el respeto sexual a los hermanos hijos y parientes, etc., cosa tenida por buena por una inmensa mayoría de las sociedades en todo tiempo, sean o no cristianas. 

Y como a la familia se la califica de tradicional, hay que decir que la reproducción humana es tradicional, como lo es el comer y el beber. Lo que ahora se propone no es familia; es un bodrio La familia satisface muchas necesidades emocionales y hasta económicas y es la base de la personalidad de cada cual. Haga cada cual lo que le parezca; son los signos de los tiempos. Las consecuencias de estas situación las pagaran nuestros hijos y nietos etc., pero ya no hay marcha atrás porque la iniquidad habría llegado a su máxima virulencia. ¡Pobres chicos y chicas! Ya se acordaran de los tiempos en que la familia era el refugio seguro, aun en medio de sus querellas y discrepancias internas. 

Rafael Marañón  4 de Octubre de 2010

AMDG.