Miseria y opulencia

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Estamos en las jornadas del Domund, hay paro en España y en Dubai se levantan hoteles giratorios, etc. y parece que todo el mundo se queja de sus problemas económicos, de los servicios sociales, etc. Un panorama poco agradable, y mas aun cuando en un hotel se han reunido los “empresarios del aborto”, para intercambiar técnicas sobre como deshacerse de los fetos concebidos por las mujeres que, por la causa que sea, (no es ahora el momento de tratar de esto) no quieren alumbrar al hijito que llevan en sus entrañas.

 

Cuando trato de ofrecer imágenes de estas cosas a mi familia, chicos y grandes, ellos declinan verlas ya que les produce asco y mucha impresión; cuando les digo que hay gente que por amor a Dios entrega allí toda su vida, renunciando a sus ventajas occidentales.

 

No aciertan a ver el espacio que hay (mas bien una sima), entre los que alegremente viven de forma opulenta y hasta ofensiva, mientras el dolor humano se concentra en esos ghetos donde perecen a diario hombres, mujeres, y niños, en el abandono mas absoluto y sufriendo el dolor mas lacerante.

 

Día de la mujer, día de las madres, día del padre etc. hay días para todo. Lo que no hay es sonrojo para entender el misterio de amor de Jesucristo, y su sacrificio a favor, no de una casta, ni de una religión que no es cuestión de tratar tampoco aquí, sino al verdadero amor entre los hombres como Dios el Creador quiere que sea entre sus criaturas.

 

Además se ríen cuando se les habla del amor, porque únicamente conciben las ideologías, que solo tratan de desbancar a los rivales para establecer a su vez otros ghetos distintos, y otras numerosas esclavitudes aun mas duras para todos.

 

Cristo, continúa como siempre actuando a través de sus fieles, a los que se les buscan por los incrédulos toda clase de lacras propias de las humanas debilidades, mientras obvian el durísimo trabajo, y la renuncia a todo lo que significa comodidad, solo para ser vehículo de Jesús; para en su nombre, cuidar a los que pueden alcanzar (dados sus escasos medios) y proporcionarles curación y consuelo.

 

No faltan energúmenos que en el nombre de su religión, los hostigan, para que no hablen de Jesús y su doctrina de amor y bondad. Dan la vida no solo trabajando, sino que mueren algunas veces de forma crudelísima para hacer bueno el dicho de Jesús: Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. (Mateo 10:42

 

Por el contrario a la acomodada Europa y América le hace responsables de su ira, por estas y otras muchas causas: ¿Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías. Como caballos bien alimentados y lascivos, cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo. ¿No había de castigar esto? dijo Jehová. De una nación como esta, ¿no se había de vengar mi alma? (Jeremías: 5: 7 al 9)

 

¿Y no es esto lo que estamos contemplando claramente cada día?

 

AMDG