Cristo ha resucitado

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Me avergüenzo de mi ignorancia. He leído por casualidad (poco puedo estar ante la pantalla) un trabajo de un señor chileno que glosa la obra de un clérigo gallego; Andrés Torres Queiruga.  “Palabros” como teodicea, revisión teológica, paradigma, repensar la resurrección de Cristo y la nuestra propia, etc. abundan en ese trabajo Puedo mencionar por lo menos treinta “dicharachos” de este jaez.

 

No sé a quien se quiere dirigir este clérigo, al hablar de forma tan espesa y culterana. Porque si yo, a mis años, y después de innumerables lecturas me cuesta seguir el hilo de la cuestión, ya me dirán lo que puede sacar un creyente reciente, o no impuesto en estos cultismos retorcidos.

 

En otras palabras, que no se le entiende, sino en lo que respecta a un revisionismo de todo lo que la Iglesia ha creído y ha cultivado por milenios. Ahora hay que adaptarse a la modernidad, y revisar a la “luz” de la progresía todos los elementos dogmáticos que componen nuestra fe bíblica y evangélica de los testimonios de los escritores inspirados sobre la vida, hechos y principalmente de la resurrección de Jesús.

 

Yo sé que es muy difícil creer si no se tiene la llamada o unción del Espíritu, cosa no comprendida por quien (sin reproches para él) no puede comprender. Nacimiento virginal, sabiduría salida de no se sabe donde (los que hablan de Egipto se equivocan), perfección humana (y ya no digo divina), muerte y resurrección de este llamado Jesús de Nazaret.

 

Ahora se ha descubierto una masa de Galaxias que contienen billones de soles, cosa que es difícil, pero podemos captar con nuestra limitada mente. Y eso desde nuestra endeble perspectiva. Dios pues está ahí moviendo las cosas y no lo hace “al buen tun tun”, sino de forma inteligente. Todos lo podemos ver con un mínimo de información y ojos abiertos. Dios no dispara, a ojo de buen cubero.

 

 

Hay sin embargo algo especial que los cristianos tenemos y que abarca una dimensión muy relacionada con lo anterior, pero que marca a los cristianos de forma muy especial. Jesucristo ha resucitado. Mejor que yo lo dice claramente la Santa Escritura: Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.

 

Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.

 

Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron.

 

Si solamente para esta vida, esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Pero Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. (1ª Corintios 15: 12 al 20).

 

Si este teólogo cree que Jesucristo no resucitó ¿Qué pinta en la Iglesia? Para buenos consejos y orientaciones de vida, están desde Sócrates a Benedetti. Creo que el buen hombre se ha emborrachado de estudios y, como muchos otros, ha elaborado su propia teología, escorando naturalmente como corresponde a los tiempos que corren hacia el “progresismo”. La Revelación no admite el llamado progreso. Es eterna.

 

Lo que ocurre es que si las malas conductas de algunos o numerosos clérigos, en siglos pasados  (o en los que estamos), ha sido mala y perniciosa para la credibilidad de la Iglesia, no han conseguido derribar el mensaje y la dirección de la Revelación, mal pueden hacerlo ahora, que ya estamos prevenidos.

 

                 Jesucristo es nuestro guía cierto, y Dios Padre no ha hecho las cosas para que se destruyan, sino que como dice en otro lugar: Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven. (Lucas 20:38) Otra cosa es el llamado “agiornamiento”, que trata de hacer las cosas espirituales de forma que sean más claramente entendidas por todos. Pero ello, no lleva consigo ni el desviacionismo ni los experimentos. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;  no mirando nosotros las cosas visibles, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. (2ª Corintios 4:17,18)

 

              Cristo es cabeza de la Iglesia; es desde ahí que hemos de recibir las instrucciones y no de la enajenada cabeza de clérigos; ni de laicos, ni de cultos, ni lunfardos. Tenemos un buen contacto, un buen maestro y una inmejorable doctrina. ¿p'a qué más?

 

Rafael Marañón 14-10-2010  

 

 AMDG