Islam & Europa

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Es algo que repugna a la sensibilidad del que es, o trata de ser, integro y amable, el oficio de denunciar situaciones perversas, ya que estas situaciones las provoca alguien que también debe ser objeto de crítica, aunque naturalmente en el ambiente cristiano, no de juicio. Y es que el mundo sigue tal y como estaba, cuando se hablaba de la plebe que acudía al circo o a las bacanales de la alta sociedad romana.

 

Ahora nos enfrentamos con la dominación absoluta y absolutista del feminismo, que consigue comodidades para las ricas, y desprotege a las pobres mujeres que se encuentran en precaria situación, con hijos, y sin saber que hacer con ellos y como alimentarlos y alojarlos.

 

Los musulmanes que ya son millón y medio en España, dicen con gran naturalidad que, como ellos no tienen miedo a los hijos, crecerán relativamente mucho más que los españoles de origen, que entre los medios de prevención de embarazos y el aborto puro y duro, se niegan a criar hijos a lo que según ellas y ellos no se sienten llamados.

 

No es cuestión de discutir la ideología feminista, o más bien en casos muy frecuentes hembrista que, como todo, tiene sus luces y sus sombras. Lo lamentable del caso es que los musulmanes crezcan tanto, que se constituyan primeramente en partidos bisagra y posteriormente tras algunas  décadas, en mayoría absoluta que competirá eficazmente con la violencia del socialismo y el capitalismo.

 

No sé como evolucionará esta sociedad, ni por mi parte me importa demasiado porque a mi edad ya se me ha pasado el horizonte de las ambiciones y los empujes juveniles. Creo que cuando lo que explico suceda ya no estaré, y por tanto poco me importará. La juventud pagará los platos rotos, y los cristianos es seguro que padecerán aun más desprecio y persecución que ahora.

 

Ciegamente, la sociedad y sus inanes y raquíticos dirigentes, irán de más en más en su corrupción y desapego de Dios y de su maravillosa dirección. No se pude pronosticar si vencerá la perversidad galopante de la sociedad europea, o la fuerza de un islamismo que tiene como objeto declarado el exterminio de los “no creyentes” en su religión y costumbres.

 

Sé bien que Dios hace las cosas como quiere, y que no somos tan inocentes. Las fuerzas maléficas que actúan en la humanidad, prevalecerán y llevarán a cabo la destrucción de las naciones sobre las que seguro que caerá el juicio de Dios. Por mi parte, hago al que quiera leerme la simple reflexión. Prefiero sufrir con Cristo, que sumergirme en las ideologías perversas que los hombres llaman irresponsablemente “progreso”. Todo esto pasará, como pasaron los siglos anteriores. Mientras recomiendo a toda persona, joven o vieja, que se acerquen al sol de la justicia que es Cristo, y no teman nada de nadie. Dios sabe todo.

 

AMDG.