Teologías extrañas

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Como ignorante que soy de los entresijos de las altas esferas religiosas, no puedo lanzar una opinión sobre lo que está sucediendo en las Iglesias cristianas. Digo cristianas genéricamente, porque todas se declaran así. Yo no quiero decir ni juzgar a nadie, pero sí puedo decir lo que me gustaría que fueran las cosas de este tenor. Es opinión personal y estoy dispuesto a admitir refutaciones a mi pensamiento. No soy infalible, ni conozco las cosas tan profundamente como para hablar sobre ellas sin ton ni son.

Observo tanto en unas como otras una especie de movimientos que más que progresistas se deben nombrar nihilistas. Hay una tan grande variedad de pensamiento “cristiano” que, por decirlo así, desvirtúa lo que hay o no hay que creer. Gente que desde el seno de casi todas las iglesias, evacuan formas y tendencias que nada tienen que ver con la verdad, ya no digamos de un magisterio, sino de la misma Biblia a la que acuden para cada nueva idea que se les ocurre.

Las interpretaciones y derivaciones descomunales, y contrarias al espíritu del Evangelio, no tienen cabida y son escándalo. Dentro de la Iglesia católica son ya muchos los que se trazan sus particulares esquemas de fe y por lo tanto, o son desleales o son herejes. Pienso que a veces son ambas cosas, y si no se salen ellos de la iglesia Católica deben ser despedidos de ella.

No solo me refiero a los que no tienen responsabilidades en ella. Me refiero también a los pastores de las iglesias evangélicas y protestantes, que celebran uniones “sagradas” de los homosexuales, y cuando se les llama la atención, invocan al amor; un amor, que no es el que tanto destacó Jesús. Pero ellos interpretan La Escritura a su sabor, y esos son los resultados amén de otros…

Opino lo mismo que el apóstol cuando dice: Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros. (1Corintios 5:12). Y aunque él menciona actos concretos, el poner en angustia con dudas y falsas orientaciones a los creyentes, es aun más duro pecado que los que menciona Pablo apóstol en estos pasajes.

Y creo que lo mismo que hizo y dijo el apóstol deben decidir lo que tienen altas responsabilidades en el ministerio. Pedro, era con Santiago y Juan, según escribió Pablo y nadie lo ha desmentido, las columnas de la Iglesia o así eran considerados por todos los cristianos; Pablo no tuvo empacho en decirles la verdad cara a cara. Nada de libelos o tapujos hipócritas. Delante de ellos y de los demás le dijo claramente que estaban procediendo con falsedad y miedo al que dirán: Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión.

Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? Un ejemplo a seguir con los que se inventan tantas teologías.

Pablo no se anda, con que si se van o se vienen. Él predica un evangelio revelado, y a él se atiene en todo momento. Tanto entre los hermanos o las llamadas columnas de la Iglesia, como ante los paganos y autoridades. Salvo algunos pequeños episodios debidos su fuerte temperamento con Festo, Agripa, o el sumo sacerdote, se atiene a la enseñanza evangélica revelada durante todo su ministerio, y se lanza adelante asumiendo con intrepidez todas las consecuencias.  

AMDG.