Cuerpo, alma y espíritu.

Epístola a un oponente  

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Pues no señor mío; no soy sacerdote, ni pastor ni siquiera tengo un título religioso. Soy como dice de usted un “cristiano de a pié”. Pero tanto usted como yo somos gente que se muere antes o después. Como todo hombre. Y por tanto lo que se destruye y desvanece, no es de tanta importancia en la existencia de una persona pensante. Hay mucho más.

 

Si todo se limitara a lo que vemos (que es tan hermoso) y el materialismo dialéctico fuese cierto, yo me habría pegado un tiro; no ahora que soy viejo, sino cuando comprendí que la vida animal es una bagatela, y antes o después acaba en medio de sobresaltos y dolor, pero que con la esperanza en un futuro glorioso, adquiere el rango de vehículo necesario para llevar adelante los anhelos del espíritu del ser humano.

 

La Iglesia es también el cuerpo material que me lleva al Espíritu, y se constituye en vehículo de mi perfección humana. No en vano Cristo vino en carne, y eso lo enfatiza el apóstol con gran fuerza, que resulta la clave de porqué nosotros podemos esperar la transformación final. Ese es nuestro “triunfo final”. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. (1ª Carta de Juan 4:2,3).

 

Por tanto puede usted apostar a que nosotros no despreciamos el comer y el beber; tenemos un cuerpo y en lo que no es contrario a la voluntad de Dios lo agasajamos y alimentamos en lo que es natural. En lo que nos restringimos es lo que puede perjudicarlo. Todo igual de natural que el que es vegetariano, abstemio, etc. En exceso, hasta el agua es mala. No nos privamos de lo que sea sano y útil para nosotros, desechando lo que deviene en vicio, adicción, y en definitiva en lo que estorbe la limpia relación con Nuestro Señor Jesucristo.

 

El cuerpo es sagrado como donación de Dios y también el alma que asciende en sus exigencias espirituales. No somos animales irracionales, y entendemos que si como dice usted vivimos en una ilusión, reconocerá usted que es una hermosa ilusión. Si además contribuye, en su práctica genuina, con la paz y la concordia entre los hombres, resulta más útil para todos que vivir solo para el vicio, el odio, y la perpetua guerra de todos contra todos.

 

Es así que en la Iglesia de Jesucristo encuentro mi paz, y mi aspiración a una vida más excelente que la mera satisfacción de los instintos primarios. Hasta los conocimientos sin una referencia moral resultan perniciosos mientras que una vida de piedad satisface al espíritu del hombre y a sus más altas aspiraciones. La Revelación de Dios es una maravillosa guía para los humanos todos y por tanto, socialmente, es tan útil y sería aun más, si se practicara con tesón por todos nosotros

 

Gracias por leerme; busque alguien que le instruya sobre nosotros con verdad y decoro, y haga bueno el consejo del apóstol: Examinadlo todo; retened lo bueno. (1ª Tesalonicenses 5:21) 

 

AMDG.