¿Heterodoxo o fiel?

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Lo sé amigo: Soy bastante heterodoxo, a pesar de que doy a algunos la sensación de que soy un fanático de lo que digan algunos hombres. Y es que los hombres son los que llevan este negocio de la salvación en sus manos, constituidos como asamblea (Iglesia) de Dios. O al revés si lo prefiere. ¡Si hasta Jesús fue hombre! El Espíritu Santo una persona. Único que pudo, de cualquier modo y ocasión, llevar adelante el propósito del Padre, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:8) El Espíritu Santo es una persona aunque sea en un absoluto inmenso nivel.

 

Si Cristo se anonadó y se sometió absolutamente a la voluntad del Padre eterno, ¿por qué motivo, he de vagar espiritualmente, por algo que me hayan dicho otros hombres, algunos tal vez codiciosos, prejuiciados, etc.?  Pretende usted llevarme al terreno de la intolerancia, y de la persecución de la que tanto se han quejado por siglos los protestantes, y de lo que continuamente acusan a los católicos ¿Por qué yo, cuando quiero ser objetivo y equitativo, tengo que cargar con la cruz de ser malentendido por  “tirios y troyanos”? Como decía Quevedo: ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

 

La Inquisición la ha condenado todo el mundo incluida la Iglesia Católica, porque era una abominación, por muy buena intención que hubiera. Sin Más. De Cromwell, y de Calvino, Lutero, etc… como ya he apuntado en numerosas y tediosas ocasiones no se dice nada. No es justo y no puedo tolerar personalmente en mi corazón, que se hagan las hagiografías al tuntún, sin documentación, y creyendo solo lo que se quiere creer.

 

Eso no es un cristianismo libre, tal como lo hizo Jesús. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan 8: 31,32). Hay que permanecer… y eso basta. Si cada cual escribe su historia a su gusto, nunca habrá entendimiento ni verdad.

 

La verdad no puede sentarle mal al hombre recto que sabe lo que es bueno y malo con la referencia de la Escritura. No que defienda a ultranza una forma de doctrina, sino que defiende a Jesús y a la ley del amor. Y si la doctrina encaja pues ya está bien. Dios es su referente y Jesús el sumo interprete. Los demás solo tienen que cumplir lo que Pablo dice claramente: Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel. (1ª Corintios 4:2). Si alguien guiado por un extremoso celo de la voluntad de Dios, hubiera matado al gran Agustín de Hipona, hubiera eliminado a un principal de la Iglesia, que reconocen todos en cualquier denominación.

 

Tolerar, repito aquí, no es acatar ni dar por bueno lo que otro piense o practique. Es sencillamente reconocer con humildad que todos llevan dentro de sí una búsqueda de la verdad en casi todos sus actos y pensamientos. Hay que pensar que todos llevan algo bueno en su interior. El enemigo trabaja, pero Dios también, y cuando sea la hora determinada el Triunfo será tan grandioso como no es imaginable por los hombres.

 

Solo en otro estado superior, podremos contemplar y comprender la inmensa bondad de Dios para con nosotros. Puede que allí haya muchos más remordimientos y lamentos de los que se calculan. Y no solo por el mal sino por no haber apreciado el inmenso amor de Dios y el sacrificio de Jesús.

 

Como Cristo, hagamos siempre la voluntad de Dios. Podemos ser lo más celoso que se pueda sobre doctrinas y ortodoxias, pero si no hay amor y no permanecemos en la palabra de Jesucristo, estamos a las consecuencias. Casi a tambor batiente se han dicho las cosas. A Jesús y a sus discípulos tienen; óiganlos. Aténgase cada uno a su libertad, y a su conducta y administración de tal maravillosa libertad.

 

Equidad es lo que hace

Al hombre justo y cabal,

No es igualdad que no existe,

Es… lo suyo a cada cual. 

  

AMDG.