¿Y quien lo sabrá, hasta que se manifieste?

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Hoy hemos tenido las cosas algo agrias por causa de una discusión que empezó al decir Homobono que él creía n Dios y que Jesús le parecía un hombre lleno del Espíritu de Dios. Enseguida le contesté que las cosas van un poquito más allá, (mejor dicho, un muchito) que sus aseveraciones. Homobono es algo rústico y no profundiza demasiado en sus rudimentos cristianos. Prefiere ser fiel a lo que ya está establecido, a ejercer de teólogo como tantos, que ya hasta pretenden tenérselas tiesas al mismo Papa, y de otros grupos o denominaciones a la recta y simplona doctrina de siglos, buscando complicaciones a lo que es entendible a poca voluntad y rectitud que se ponga.

 

Carlos que es muy descreído (creo que por parecer distinto), alegó que Jesús es ni más ni menos que el mejor maestro que había tenido la humanidad entre tantos buenos maestros. Que efectivamente estaba tocado por un espíritu especial, pero de ahí no pasaba. La bronca fue de aúpa. Hasta hubo malas caras entre los amigos, lo que avala la costumbre anglosajona de no discutir de religión o de política.

 

Y es que de discutir a disputar hay la misma distancia que  entre querer aprender y querer salirse con la suya. De todos modos terminó bien la cosa, y quedó establecido que lo que nosotros pensáramos o nos cupiera en la cabecita de cada uno, no modifica en nada la realidad de la divinidad de Jesucristo lo aceptemos o no.

 

Raúl que es muy competente nos explicó que la palabra dios se usaba en la antigüedad para referirse al poder superior en todo aspecto de la vida. Nosotros nos escandalizamos porque llamamos Dios (o sea el más poderoso) al Creador y sostenedor del Universo y que al ser tan inmenso y que trasciende a nuestras elucubraciones, es mejor simplificar y dar el nombre como una aplicación nuestra: Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. (Isaías 57:15) Así se autodefine Nuestro Dios por boca del profeta. Es aviniendose a nuestras capacidades, y ni siquiera así nos percatamos del todo lo que significa esta declaración.

 

Yo quedé impresionado, porque creía que las cosas espirituales estaban muy lejos de la mente de la mayoría de las personas y compruebo que, de una forma u otra, las gentes creen. Es cierto que tienen razón los que se quejan de lo superficial de las creencias o la fe de las gentes, pero como dice la Escritura: Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. (Génesis 1:2).

 

El Espíritu Santo se mueve en estas discusiones y en estos rústicos modos de entender las cosas de Dios, pero a pesar de todo su misericordia cubre a los hombres que, de otra forma, seríamos todos destruidos. Bendito pecado que nos trajo tal redentor dice una antigua antífona.

 

AMDG.