Homosexualidad

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

La homosexualidad masculina, femenina y otras desviaciones, son normales en la humanidad. Hay que aceptar que hay gente que no piensa ni siente igual que nosotros. Ahora bien; desde el punto de vista de la vida cristiana esto no es permisible entre nosotros. Lo dice San Pablo en la Escritura de forma clara. Vamos a repetirla. ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
 
Ya no se trata de si son pastores, sacerdotes, o si son otra cosa dentro de la Iglesia de Dios. Simplemente no se puede ser de dos cosas. O somos de Dios o de su enemigo. Comprender a todos y orar por todos acatando la voluntad de Dios para su Creación, es el mayor ejercicio que podemos hacer. Aquí no se trata de discernir quien es o no es homosexual o heterosexual, es simplemente que no se puede uno echar con varones por más que le guste, si es que quiere hacer la voluntad de Dios No necesitamos más estudios favorables o contrarios. Estamos hablando de cristianos. La práctica de la homosexualidad está perfectamente descartada en el cristiano. Todo amor propio, todo pensamiento propio, todo juicio, todo proyecto propio, toda voluntad propia, deben desaparecer del cristiano. /Más o menos, que es muy antiguo/ (Jean Daujat)
 
Siempre se ha dicho, que muchos clérigos en las iglesias lo han hecho, bien para sublimar o disimular su inclinación que a veces (hay que reconocerlo) es tremendamente vehemente y casi imparable. Nos pasa igualmente a los heterosexuales, por lo que no nos podemos escandalizar por estas cosas. Ahora bien, si la cultura imperante dice que una cosa es lo mismo que otra y que todo es propio del “cristal con que se mira”, naturalmente promueve esta multitud de tendencias sexuales, y más si se acicatea a los niños desde muy pequeños a que prueben toda clase de sensaciones; hasta copular con animales. Ya es ser retorcidos y depravados, con personitas que son prácticamente plastilina ante estos estímulos.
 
También se suele decir (aparte de muchas más tonterías), que San Pablo era un energúmeno que llegó a mezclar judaísmo con cristianismo, cuando es perfectamente demostrable, que él ya sabía por REVELACIÓN del mismo Jesús, todo lo que en los posteriores evangelios se sostenía como la doctrina y praxis de la Iglesia. Decir eso de Pablo, ya es ser...!!! Esto dijo Pablo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. (1Corintios 5:11)  No sé, de veras, como hay que decirlo.

 
Es de compadecer a los/as que se encuentran en esta incomodísima condición, porque andan a contracorriente, y eso es bien difícil en esta sociedad y lo ha sido en cualquiera. Los cristianos tenemos muchas posibilidades de superar estas “variantes” de la proyección de la sexualidad, aunque antes hemos de saber simple y llanamente lo que es un cristiano. Y si bien hay homosexuales cristianos o simpatizantes que sufren por estas situaciones deben saber que hay cojos, ciegos,  etc. Que también sufren y saben sublimar sus limitaciones y desgracias.
 
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. (Apocalipsis 2:17)

 

AMDG.