¿Edificación o destrucción?

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

Vengo leyendo a través de dos revistas religiosas, la posición de D. Francisco José Fernández de la Cigoña, un articulista y blogero que escribe con facilidad, y a mi parecer demasiada rotundidad. A mí me parece, que denunciar las lacras supuestas o reales en la Iglesia es deber de todo cristiano, sobre todo si se hace para edificar y no para destruir. Como dice San Pablo apóstol: Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. (Romanos 14:19).  

Esto último, no se puede producir cuando se escribe con demasiado espíritu periodístico, que realmente atrae a muchos a su portal y desde luego quedan enterados de muchos errores en el pensamiento y acción de los jerarcas, sobre los que vierte a veces tales calificativos que, la verdad, resultan inapropiados en boca o pluma de un católico que según dice ama a su iglesia. 

Si las cosas que se hacen o dicen no contribuyen a la edificación de la Iglesia, resultan nocivas por mucho que los lectores la aplaudan y lean. Eso me parece a mí personalmente como la utilización de unos dones que, en vez de edificar, hacen mella en los creyentes, y anima y da argumentos a los enemigos de Dios.  

No es buena vuestra jactancia (1ª Corintios 5:6) por mucho que obtengamos popularidad, y tengamos muchos seguidores. Las cosas de la Iglesia se denuncian cuando no la perjudican en su conjunto, y no creo que la labor que hace D. Francisco logre honrar, desarrollar, y animar a los creyentes. Estoy seguro de que él actúa con ese denuedo, para decir a los que se salen de lo establecido para todos, las lacras que existen con intención de solucionarlo. Creo que logra el efecto contrario. 

En lo que de vosotros dependa, estad en paz con todos (Romanos 12:18); dice el apóstol en situaciones semejantes en su tiempo. No puede haber paz, cuando alguien se siente dentro de la Iglesia, denostado y hasta calificado con términos que sobrepasan con mucho la prudencia y comedimiento que se debe a cualquier hermano, y más si es una figura destacada en la congregación de los santos. 

Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Hebreos 12:14). No es pues, cosa de tomar con ligereza, sino con severidad ya que aquí no hay opciones, sino que es mandamiento serio, y muy serio, como dijo Jesús: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. (Juan 13:25) Ahí queda eso! 

Con este trabajito, no trato de condenar al Sr, Cigoña ni mucho menos, Yo no soy nadie; antes bien, con todo amor, le suplico por Jesús el bueno, que en la denuncia trate de usar más serenidad y prudencia al calificar las acciones de otros, porque en primer lugar no conoce el corazón ni las intenciones del criticado, y en segundo las normas, o mejor, imitar la forma de actuar de Jesús, que contenía toda la prudencia y toda la ecuanimidad.  

Él era y es, la verdad; nosotros no somos capaces de sustraernos a nuestra animosidad y subjetividad. Ya sé que ser cristiano es duro, aunque  también gratificante, pero al estilo de Jesús.

AMDG.