Vivencias

El misterio de iniquidad

Autor: Rafael Ángel Marañón    

 

 

He leído en los periódicos el caso de un contertuliano de una gran programa de televisión, Eduardo García, que al conocer el contenido de una de las asignaturas sobre el sexo que se intentaba dar o se daba ya en Cataluña (España), calificó indignado de “guarra” entre otras varias lindezas a la señora que proponía tal dislate Me mostraron el video, y pensé que yo también me hubiera mostrado tanto o más indignado y desencajado que este señor. 

Posteriormente y en otro programa, pidió perdón todo sincero y todo compungido por el exceso verbal, pero mantenía firme la opinión que tenía (como todos) de la inicua asignatura, que es como poner a los niños y profesores en situación de incitación a la pederastia por los consejos en clases obligatorias sobre el sexo de forma tan liberal que hasta concebían el sexo con animales. 

Yo entiendo que esta señora, al no ser cristiana, tenga esos conceptos tan liberales sobre el sexo que, hoy en España por lo menos, los chicos conocen (como antes) por revistas y hasta por Internet, en la pornografía, mejor que lo que les puedan explicar, a pesar de que los dibujos explicitan muy bien todo lo relativo a los actos sexuales. 

Tengo a mis nietos lo suficientemente mayores, para estar algo a salvo de esta imposición de que tanto acusan a los cristianos, que desde luego tienen el recato debido tal como recomendaba Pablo apóstol: Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba. 1ª (Corintios 12: 22, 23, 24). Pero la falta absoluta de decoro, es manifiesta se mira por donde se mire. 

También preocupa a muchos el avance imparable de estas filosofías y sugerencias paganas, que no son solo propuestas, sino imposiciones, de manera que lo que un niño no puede ver en televisión por recato de sus padres, lo puede estudiar y se le dice expresamente que no es solo posible, sino recomendable la práctica del sexo tan pronto comiencen las hormonas a aparecer en sus ignorantes y vulnerables personitas. 

No es cuestión de extenderse en lo ya sabido sobre el aborto, perpetrado sin el permiso o conocimiento de los padres en los menores, ni en la incitación a practicar actos sexuales que tienen su perfecta expresión, en la cristiana costumbre de dejar que los frutos maduren para ser utilizados debidamente. Los chicos más influenciables y con menos bases familiares que les templen, serán, seguro, carne de cañón, de lo cual se sentirán muy satisfechos los que de forma tan ignominiosa tratan de pervertir a nuestros niños y niñas, con estas exigencias en los colegios. 

Por decreto de unos gobernantes que no han sido elegidos para eso, sino para regular y estimular el bienestar y la libertad de los ciudadanos, sin meter las narices en lo que es cuestión muy  personal de los padres. Cuando se produzcan (y será rápido) las fatales consecuencias, diremos el clásico y consabido ¿Cómo hemos llegado a esto? ¡Pues ya saben como!

 

AMDG.